Muchos están obsesionados con la jornada electoral del 2 de junio, pero poco se habla del antes y el después. A esta hora, exactamente, un ejército de ciudadanos insaculados para ser funcionarios de casilla, capacitadores, supervisores, asistentes electorales, vocales, consejeros y representantes de partido están haciendo su parte, recibiendo capacitaciones, afinando los detalles para que la magia de la democracia (que es no es otra cosa que el poder de la organización) sea posible ese domingo.
Dentro de un mes habrá pasado la jornada electoral, pero todavía estarán por terminar los plazos para los cómputos distritales. Habrá iniciado oficialmente el periodo de impugnación de elecciones y mientras que será cuestión de horas para la entrega de las constancias de mayoría.
Todo ello es muestra de que las elecciones no pueden reducirse al mero acto de tachar una papeleta y depositarla en una urna. Hay mucho trabajo para hacer posible desde la definición de coaliciones y candidatos hasta que lleguen las papeletas, se instalen las urnas, que los ciudadanos puedan acudir a votar. Una extensiva capacitación se desarrolla para evitar delitos electorales, para recibir la votación, contar los votos, organizar la documentación, enviar los paquetes electorales, que lleguen bien, sin alteraciones, todo un operativo de alta complejidad logística que arranca recién los funcionarios cierran la casilla después de todo el día.
Muchas veces, los ciudadanos se apasionan o pueden presentarse situaciones ante las cuales los responsables deben saber reaccionar. Si ocurre alguna circunstancia particular (el paquete viene alterado, la documentación corresponde a otro distrito, la votación fue muy cerrada, hubo muchos votos nulos, etcétera), hay que apegarse a los lineamientos para saber qué hacer.
Todas esas son tareas que corren a cargo de ciudadanos de quienes se ha verificado que no militen en partidos políticos. Muchos son personas con amplia experiencia en la organización de elecciones, otros son jóvenes que por primera vez tienen colaboran en la organización de las elecciones.
Su trabajo es ampliamente supervisado tanto por los consejeros en cada uno de los 21 distritos electorales como por los representantes de partido, quienes pueden asistir a muchas de esas actividades, incluyendo las sesiones donde se aprueban los acuerdos e incluso a los simulacros donde se imparten las capacitaciones para saber qué hacer si el día de la jornada se presenta tal o cual situación.
En este proceso electoral, además de los cargos que están en disputa, una vez más se juega la democracia en sí, la confianza que tienen los ciudadanos en los procesos está determinada por su grado de participación así como en la forma en que participan. Este punto es complejo, porque en el camino de las instituciones democráticas se cruza el descrédito que muchos ciudadanos sienten hacia diversos políticos e incluso partidos.
Sin embargo, no da el mismo mensaje quien ni siquiera acude a las urnas que quien va y anula uno o todos sus votos. La primera persona no quiere tener nada qué ver con la importante decisión colectiva al renovar los distintos cargos de elección, mientras que la segunda puede no confiar en los candidatos o partidos, pero cree en la democracia, las instituciones y confía sus decisiones a los ciudadanos que organizan la elección.
Toda se lleva a cabo bajo el principio de máxima publicidad, de modo que los ciudadanos pueden acudir a su consejo distrital para ver las sesiones, atestiguar cómo se decide si un paquete se abre para recuento o no, ver que los representantes de los partidos defienden los que consideran son votos válidos para ellos, o bien, pugnan para que se anule alguno y argumentan por qué.
En algunas elecciones es tanto el interés que los consejos se abarrotan y se toman las medidas necesarias para que el trabajo pueda desarrollarse, pero eso no impide que los ciudadanos acudan a las dos, tres, cuatro de la mañana para atestiguar los trabajos. Todo eso también es participación y contribuye a consolidar la democracia. Por eso, se engañan quienes piensan que las elecciones tratan de partidos, o de candidatos. Las elecciones son de, por y para los ciudadanos.