SU TRABAJO LES COSTÓ, las desveladas y los fines de semana haciendo tarea. Viajando a otra ciudad los fines de semana con los consabidos gastos y el tiempo invertido. O en las vacaciones de verano precisamente ir a los cursos que ofrecen algunas escuelas o universidades. Todo ello para conseguir un título de grado. Precisamente en eso radica la importancia de que vaya, según ellos, antes de su nombre y como parte del mismo, integrado, el Lic, Profe, Dr. Mtro. Ellos no pueden concebir la vida sin el indicativo de su título universitario.
CUANDO YO INICIÉ MI TRABAJO escolar tuve un supervisor en Jalpa de Méndez que sus oficios los firmaba como Profe. y Lic. Y no se te vaya olvidar ambos dos en el oficio que le dirigías porque te lo regresaba y había que volverlo hacer. Y era cuando uno no tenía máquina de escribir y había que andar pidiendo una prestada para corregir ese olvido.
NO ARGUMENTO EN CONTRA, ni mucho menos. Y si lo hiciera favor sería lo mismo. Cada quien el uso que le dé a sus títulos y nombramientos que tenga. Y además ayuda a saber de antemano a qué se dedica la persona. Hasta podría ser de utilidad. Por ejemplo, si alguien manda hacer sus tarjetas de presentación y tiene el oficio de carpintero, mecánico o plomero, habrá de decirlo allí, más el teléfono por si ocupamos un trabajo relacionado con ellos.
YO ESTUDIÉ LA ESCUELA NORMAL cuando era siguiente a la secundaria y no luego de la preparatoria como ahora, por lo que a los 19 años era flamante profesor de educación primaria, a como dice el título emitido por la SEP. Y recuerdo bien cuando pasé por casa de una vecina, Doña Carmen, que me llamó para acercarme, y me dijo que felicidades porque ya había alcanzado el máximo logro de mi vida. Claro que lo hizo con muy buena intención, porque vivíamos en colonia de alta marginación y estudiar la secundaria era un logro, y cuantimás la Normal. "Gracias", le dije, valorando sus palabras.
CON QUIENES NOS DABAN CLASES nos acostumbramos a decirles profe o maestro, sin distinción de sus estudios. En esos tiempos estudiar una maestría o un doctorado era asunto de poquísimas personas. Pero en el supuesto de que algunos de ellos tuvieran estos grados y le dijéramos profe, no hacían escándalos ni aspavientos. Ni nos recriminábamos por bajarlos de grado. Se daban cuenta del respeto y del cariño que les teníamos.
JORGE ABDÓ, DICEN QUE CUENTA una anécdota que parece chiste. Doctor, es su grado. Y así lo presentan en los eventos donde él participa. Una ocasión, dice, lo presentaron tal cual, y un campesino que escuchó que lo mencionaron como "Doctor", se le acercó y casi en secreto le dijo qué bueno que lo tiene cerca porque aprovecharía para hacerle una consulta. Que le dolía el testículo izquierdo. A lo que el Doctor Abdó, sonriendo con el jo, jo, característico de él, le respondió que lo disculpara, pero que era Doctor en Derecho. Y entonces el campesino en retirada, sorprendido, dijo que le sorprendía que las especializaciones fueran tan específicas. Que ya hubiera especializaciones en medicina de testículo izquierdo y derecho.
Y LAS RISAS, CLARO. Yo también a algunos amigos doctores les digo médicos y a los médicos les digo doctores. Algunos se ríen porque saben que es de broma. Y con algunos doctores en pedagogía le digo que me duelen las rodillas. Y suelta el jeje. A un amigo médico cada vez que nos encontramos le digo que es médico de cuerpos y almas, porque sabe escuchar, y ya con eso siento como que ya me estoy curando.
Y CLARO, HAY QUIENES NO EJERCEN. Dejaron de lado la medicina y se dedicaron a la política. O maestros de escuela que nunca dieron clase porque era carrera que no dejaba dinero. Recuerdo bien cuando en las primeras clases de la normal una maestra nos dijo: "Quien pensé hacerse rico estudiando para maestro y ejerciendo, mejor de una vez tramite su baja, para que no se frustre: la carrera de maestro de escuela les dará para medio vivir, pero no para hacerse ricos". Así que hay muchos profesionistas de cualquier carrera que nunca ejercieron pero se les sigue diciendo "mi lic", "mi doc", sin mayor intención que el saludo de hermanos, de colegas, de vecinos.
CLARO QUE LOS TÍTULOS NO HACEN la diferencia entre lo de buenas o malas personas. Yo conocí cientos de personas del campo que sin estudios eran muy respetuosas, muy platicadoras de historias, y muy sanas. Y he conocido cientos de profesionistas con ética de la responsabilidad, y entusiastas practicantes de lo que estudiaron. La gran mayoría son excelentes personas. Había un supervisor escolar amigo que lo decía muy claro y directo, que su pecho no es bodega: "hay títulos sin profesionistas".
PERO DECÍAMOS DE LAS TARJETAS de presentación. A veces conozco personas. Y me quedo con la idea de que debí haberles entregado una tarjeta con mis datos de nombre, teléfono y a lo que me dedico. Solo que me queda la idea que ya no le puedo poner a las tarjetas Profesor de escuela, o en todo caso Profesor no activo, o profesor jubilado. Y bien, estudiante de la universidad. Pero entonces tendría que poner mi 64 de edad, para que no se imaginen que soy un muchacho de 25 años, digo, por lo de estudiante. Y los que tienen tres maestrías y tres doctorados, ya imagino que han de pensar cuál de ellas debe prevalecer. Y sí, yo soy de la generación que no puso los títulos en la pared de la casa. Y no cargo tarjetas de presentación.