Por enésima vez noticieros y medios de comunicación dieron cuenta hace unos días sobre otra enorme tragedia ocurrida en una de las carreteras del vecino estado de Chiapas donde es común estarse enterando de accidentes vehiculares dantescos.
En esta ocasión, desafortunadamente perecieron más de 50 inmigrantes centroamericanos que pretendiendo escapar de la lacerante pobreza en la que se debaten en sus países de origen (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Belice, Honduras, etc) vinieron a encontrar la muerte en territorio mexicano.
Tras el terrible accidente –como era de esperarse— surgieron los comentarios de muchos poniendo de relieve ¡es una espantosa tragedia!
Cierto, eso fue una terrible tragedia. Pero surge la pregunta ¿cuántas más han ocurrido y cuántas más tendrán que suceder para que si no pueden evitarse cuando menos aplicar algunas medidas que pudiesen permitir prevenirlas que sigan ocurriendo con mayor frecuencia?
Y es que, la verdad, en los últimos tiempos han sido más frecuentes los accidentes similares al ocurrido en Chiapas, en diversas carreteras del país, en los que han estado involucrados vehículos de grandes dimensiones.
Inclusive se ha presentado accidentes en algunas de las casetas próximas al ingreso a diversas ciudades del territorio nacional, aparatosos muy aparatosos por cierto. Y casi siempre, el conductor logra salir ileso y darse a la fuga generándose versiones o la simple explicación de que fallaron los frenos, o a causa de una avería mecánica.
La misma cantaleta o justificación simplista: autobuses o transportes pesados que transitan por las carreteras del país en malas condiciones mecánicas, ante la complacencia o complicidad de quienes se supone deben ser vigilantes del tráfico de ese tipo de unidades en las diferentes vías de comunicación del interior de la República Mexicana.
La pregunta surge ¿dónde está la actuación de las autoridades para verificar que los vehículos no solo transiten en buenas condiciones, sino que lo hagan a la velocidad permitida?
Por ese es otro tema, en las carreteras buen número de vehículos circula excediendo los límites de velocidad, ante la ausencia de operativos de vigilancia por parte de las autoridades correspondientes.
Inclusive hay indicios –y de ello dio cuenta la prensa nacional— de que la unidad accidentada en la que viajaban los inmigrantes, antes de la tragedia pasó por 3 garitas de revisión de autoridades policiales sin que nadie les advirtiera sobre los riesgos en cuanto a sobrecupo y límites de velocidad.
Antes, de alguna forma existía la extinta Policía Federal de Caminos, que en todo caso inhibía a conductores en las carreteras para respetar límites de velocidad y formas de conducir; pero ahora, al transitar por cualquier carretera, si acaso se encuentra usted algunas patrullas de la Guardia Nacional a quien también se le ha endilgado la vigilancia en las carreteras pero realmente poco pueden hacer ante esa problemática.
Pero, en fin. La tragedia de inmigrantes en Chiapas nos muestra el terrible paso “de la muerte” que tienen que sortear todos esos seres humanos procedentes de CA en busca del anhelado sueño americano de llegar al territorio del Tio Sam en la búsqueda de mejores oportunidades de vida y trabajo aún a costa de exponer sus vidas.
Ojalá y ese terrible accidente remueva la conciencia de quienes tienen la responsabilidad de vigilar el tráfico de todo tipo de vehículos –sobre todo de pasajeros o transportes pesados— en las carreteras federales para extremar la vigilancia y sobretodo las advertencias de seguridad que permitan evitar otros episodios idénticos al que acaba de suceder. (altar_mayor@yahoo.com.mx)