Chapultepec, del náhuatl "chapulli, saltamontes y tepe (tl)cerro" cerro del saltamontes, o del chapulín, designa una formación rocosa próxima a la sierra de las cruces, de la que brotaban manantiales de agua dulce. Cuando los mexicas fundaron la ciudad de México, el 8 de junio de 1325, con el permiso del señor de Azcapotzalco, al que tuvieron que someterse como vasallos, tenían que abastecerse de agua dulce de estos manantiales. Posteriormente iniciaron la construcción de un acueducto, en lo que ahora es la avenida Chapultepec de la ciudad de México, acueducto que fue mejorado en la época colonial, lo que molestó al señor de Azcapotzalco que les declaró la guerra y los mexicas se aliaron con el tlatoani de Texcoco, y juntos vencieron a Azcapotzalco, despojándolo del vasallaje de todos los pueblos del valle, vasallaje que se repartieron México y Texcoco. Así comenzó el imperio mexica.
Debido a esta alianza, Nezahualcóyotl vivió un tiempo en Chapultepec, y mandó a grabar en las rocas de sus laderas figuras de los tlatoanis mexicas. Ya en la época colonial, el virrey Bernardo de Gálvez y Madrid mandó a construir en 1788, en la cima de la roca, una casa solariega como residencia de verano virreinal. Esta casa o castillo, fue después almacén militar y a partir de 1841 escuela militar. Aquí perecieron nuestros "niños héroes", asesinados por el invasor norteamericano, y en las faldas del cerro, defendiendo el castillo, un héroe olvidado, Felipe Santiago Xicoténcatl Corona, muere junto con todo su batallón repeliendo al invasor. Cuando Xicoténcatl ve caer al abanderado de su batallón recoge la bandera mexicana, y es abatido en ese momento, cayendo muerto envuelto en su propio lábaro.
El filibustero Maximiliano, que nunca fue emperador de México, puesto que Juárez era Presidente, lo declaró residencia imperial y ordenó el trazo de una avenida del castillo al centro de la ciudad que llamó PASEO DE LA EMPERATRIZ, y que en un principio fue excluyente, ya que nadie, excepto Maximiliano o Carlota, podrían transitar por ella.
Al triunfo de la república Juárez llamó a esta avenida PASEO DEGOLLADO, y posteriormente el Presidente Lerdo de Tejada le dio su nombre definitivo de PASEO DE LA REFORMA, en honor a los héroes de este movimiento transformador.
El Paseo de la Reforma se fue construyendo con el tiempo y el Ayuntamiento otorgaba franquicias fiscales a los que construyeran casas en él, condicionando esta franquicia a que dejaran jardines al frente de sus casas de al menos 8 metros. Se programaron las bancas de concreto, que aún existen, y pedestales para poner jarrones de bronce y estatuas de dioses griegos. Y fue en 1887 cuando el escritor Francisco Sosa, por medio de su columna en el diario El Partido Liberal, propuso poner en los pedestales destinados a dioses griegos a héroes mexicanos de la reforma. Al año siguiente, en 1888, la idea fue aceptada oficialmente y se puso a disposición de cada uno de los Estados dos pedestales para que colocaran estatuas de sus próceres.
De esta forma, entre 1889 y 1895 las entidades federales de ese entonces mandaron a hacer dos estatuas para colocarlas en los pedestales a que tenían derecho. Chihuahua y Tabasco fueron los últimos Estados en colocar sus esculturas, y en nuestro caso se honró a Gregorio Méndez Magaña y a José Eduardo de Cárdenas. No en todos los casos se honró a héroes de la reforma y Tabasco no fue la única entidad en hacerlo.
Porfirio Díaz embelleció el Paseo de la Reforma con sus glorietas originales y con monumentos emblemáticos como la Columna de la Independencia, el monumento a Cuauhtémoc y la glorieta Colón. Posteriormente esta avenida, en sucesivas ampliaciones, se extendió en el poniente hasta su entronque con la autopista a Toluca, y en el oriente hasta la glorieta o antigua garita de Peralvillo.
El Paseo de la Reforma sigue siendo la principal y más bella avenida de la ciudad de México, nuestra hermosa capital, la ciudad de los palacios, y en la actualidad tiene una extensión de 14.7 kilómetros.