SOÑABA QUE SOÑABA. Y veía en esa película nocturna todos los acontecimientos de la vida humana. No solo de la mía. Aparecía el hombre primitivo y el mediocre. El de la ciudad y el campo. El sagaz y el idiota. El analfabeto y el alfabetizado. Confluían en el mismo punto y se dispersaban. Eran sueños sobre sueños. Y eran derrotas tras derrota.
LOS SUEÑOS SON COMO ADELANTOS de lo que vendrá, pero vinculados a lo que ha sido. Uno y otro vienen unidos. Y me gusta más la palabra uncidos. La diferencia que noto sin ver el diccionario, es que unidos pueden separarse y uncidos no. Todos los individuos formamos parte de lo mismo. Por eso nuestras diferencias para buscar separarnos. Por eso nuestros pleitos estériles. Solo la armonía alcanzada es la prueba de que debemos mantener viva la esperanza. El uno es la carne en comunión con la tierra. El movimiento forma parte de la quietud. De ella viene y hacia ella va.
SUEÑO Y MIRO AL HOMBRE CAMINANDO de un lado a otro en su cueva durante las tormentas. Y lo miro salir cuando el sol está radiante en búsqueda de un mamut para la alimentación de su horda. Lo miro esforzarse para dominar a un gran animal y luego regresar en grupo cada quien arrastrando una parte. Traza líneas y da forma en la pared de escenas sobre lo que ha vivido: hombres, jabalinas, búfalos y bisontes. Es el movimiento dibujado. Y sueño a hormigas cargando entre varias una hoja y siguiendo un camino prefijado. Yo también escribo en este muro de la caverna. Like.
MIRO AL HOMBRE EN SU PALACIO y al siervo en su taller de pieles. Al siervo en el campo. Empujando al buey en el arado de la tierra. Siembra y no es él. Cosecha y no es él. Ni es él mismo en esas fatigosas horas.
¿Y QUIÉN ES AQUEL LOCO haciendo piruetas, diciendo verdades, cantando canciones? ¿Quién es aquel que compone versos, arregla carretas, carga una guitarra? ¿Quién él que mueve los hilos de los muñecos, ensalma y hace parir?
¿QUÉ DICE EL VIENTO? Solo las hojas saben lo que dice. Solo las flores saben lo que dice. Solo el demiurgo sabe lo que dice. Solo el poeta sabe lo que dice.
¿MIRAS AQUELLA MONTAÑA? Es una pila alta de libros. En unos minutos harán una pira. En unos minutos acabarán con ellos. Es el poder que lo ha ordenado. Y la masa aplaude en la plaza.
¿QUÉ ES AQUEL HUMO que se levanta alto? Es un fuego. Es el fuego de la purificación. Es el fuego nuevo. A partir de este momento empieza la historia racional de la humanidad. Sin egoísmo. Sin propiedades. Sin cercas ni bardas. Sin religión. Pero también sin hambre. Sin ayunos ni trabajos forzados. Vamos a empezar de nuevo. ¿Sin libros? El paraíso era sin libros.
SUEÑO QUE SUEÑO. Lo que he escrito es la descripción de sueños. En diferentes noches. Ajenos a la realidad, me muestran rescoldos de lo que he leído, de lo que he imaginado. Nada he creado, tampoco recreado. Al despertar recuerdo con nitidez todas las imágenes. Hay reclamos. Hay odios. Hay amores. Hay palabras y silencios. También miradas y guiños. El que sueña en el sueño ha muerto. ¿Dios? Como te iba diciendo.
EL HOMBRE QUE SUEÑA es usted y yo. Me he golpeado la cabeza para saber qué hay dentro. Y descubro una historia sin fin. Miro a un hombre que se abraza llorando a un caballo qué está en el suelo, reventado. El caballo somos todos. Miro las prisas, las pesadumbres, las decepciones, las traiciones. Miro el vacío, la nada, un hondo pozo. Miro la angustia y tragedia de la existencia y condición humana. No soy yo el que sueña. Es el otro.
ESTOS VERSOS DE "EL NECIO", de Silvio Rodríguez: "...Dicen que me arrastrarán por sobre rocas/ Cuando la Revolución se venga abajo/ Que machacarán mis manos y mi boca/ Que me arrancarán los ojos y el badajo/ Será que la necedad parió conmigo/ La necedad parió conmigo/ La necedad de lo que hoy resulta necio/ La necedad de asumir al enemigo/ La necedad de vivir sin tener precio.. / yo me muero como viví."