El viernes de la semana pasada el Instituto Nacional Electoral (INE) realizó la presentación oficial del Informe País 2020, que es un análisis basado esencialmente en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) llevada a cabo en 2020, en alianza con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con la colaboración de la Secretaría de Gobernación y el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para conocer el estado actual de la democracia en México, que logra muy bien, con el auxilio de otras fuentes como Latinobarómetro y la Encuesta Mundial de Valores 2017-2020.
Es la continuación del esfuerzo iniciado en 2013 en materia de cultura política y calidad de la ciudadanía, que dio lugar al Reporte 2014, donde se establece que la cultura política mexicana tiene el sello de la desconfianza en la autoridad, el desencanto con la democracia y la desvinculación social; lo que en este Informe se ratifica con algunas mejoras, por ejemplo, el aumento sustancial de la confianza de la ciudadanía en el INE en un 20%, en el corto lapso de 7 años, más que ninguna otra institución o grupo social sobre los que se preguntó. El análisis está centrado en tres dimensiones: la representación, la participación y los valores democráticos.
Como advierten quienes elaboraron el Informe, éste parte de dos premisas básicas: 1) el sujeto de la democracia no es el votante sino la ciudadanía, en virtud de que el ejercicio de ésta no se agota con la emisión del voto, dado que también comprende otras maneras de participar que contribuyen a dar contenido y vitalidad a la democracia, como por ejemplo las consultas, la protesta y el trabajo en la comunidad, y 2) el Estado es el garante de los derechos de la ciudadanía y por tanto sus agentes están obligados por antonomasia a respetar la legalidad, que da sentido y orden a la sociedad, sin lo cual la injusticia cunde y la democracia se desvanece.
El desarrollo de la ciudadanía no depende nada más de las buenas prácticas de los factores intrínsecos relacionados con la democracia electoral y política, sino igualmente de factores vinculados con el desempeño de la democracia económica y social.
Todas las democracias modernas son representativas y en la actualidad no pasan por su mejor momento, por la vulneración natural de que son objeto por parte de sus enemigos y en parte importante por la brecha amplia que existe entre las representaciones populares y la sociedad, particularmente la ciudadanía, que en ciertos casos constituyen un verdadero divorcio, de donde dimana su desencanto con sus representantes en el poder legislativo y los partidos políticos, al no sentirse representada o insuficientemente representada.
A manera de ilustración, vale traer a colación algunos datos reflejados en el Informe País, donde se asienta que la sociedad se siente mejor representada por el Presidente de la República en un 26%; es decir, uno de cada cuatro ciudadanos y ciudadanas, percibe que el titular del Poder Ejecutivo Federal la y lo representa mejor, seguido de los alcaldes y alcaldesas con un 21%, y los diputados y diputadas locales y federales, con un 3 y 5%, respectivamente, que como puede apreciarse es muy baja.
En cuanto a las instituciones y grupos sociales, las universidades públicas tienen una confianza del 70%, el Ejército y la Marina del 64%, la Guardia Nacional del 61%, el Instituto Nacional Electoral del 60%, la policía del 28%, los senadores y diputados federales del 23%, los diputados locales del 23% y los partidos políticos del 22%.
Por lo que respecta a la discriminación resalta la de la orientación sexual con el 72%, la clase social a la que pertenece con el 73%, por la forma de vestir o arreglo personal con el 73%, por el color de piel con el 70% y por la forma de hablar o acento con el 70%; predominando, con escasa diferencia de un punto porcentual, lo económico y la apariencia, que no es menor en la sociedad capitalista.
Llama la atención por su alto contenido tóxico para la democracia la presencia del clientelismo, que, por lo reflejado en el Informe País, adquirió en ciertos casos formas más sutiles o sofisticadas de operación, refiriendo que el 46% de la ciudadanía percibe que el gobierno utiliza recursos públicos para favorecer a sus partidos políticos y el 52% que hay compra de votos.
Así mismo, es de consignar que el grado de satisfacción con la democracia es mayor en los niveles sin escolaridad o educación más baja con el 55% y menor en el nivel de quienes tienen educación superior con un 48%.
Lo anterior son algunas pinceladas sobre el Informe País 2020, que es fuente de información muy útil para el análisis de la democracia en México y el conocimiento en general, que ayuda a la comprensión de nuestra realidad nacional.