El humanismo en la Constitución

La Constitución mexicana es un documento profundamente humanista, desde su núcleo dogmático que garantiza todas las libertades.

Soy un enamorado de la Constitución de mi país, por su profundo humanismo. Para comenzar, en su parte dogmática garantiza todas las libertades, iniciando con el Artículo Primero que mandata respetar todos los derechos humanos, tanto los establecidos expresamente en la Constitución, como los señalados  en los Tratados Internacionales en  los que México es parte.

Y estos Tratados internacionales deben estar firmados por el Presidente y ratificados por el Senado, para ser válidos, y como nuestra Constitución es la "ley suprema" a la que nada puede oponerse, aclaro que hay tratados que al ratificarse, al calce se anota que esta ratificación es salvo un determinado punto que no concuerda o se opone a lo que mandata nuestra Constitución.

Y este humanismo se magnifica en el Artículo 22, que prohíbe expresamente la pena de muerte, y cualquier pena inusitada o trascendente. Por tanto, las cadenas perpetuas están prohibidas por nuestra Constitución, aún cuando los tribunales, violando nuestra Carta Magna, expiden sentencias hasta de 200 o más años, que más que inconstitucionales, resultan estúpidas e innecesarias  pues evidentemente nadie va a cumplir esas sentencias absurdas.

En tiempos de la odiosa dictadura, las penas máximas eran de 15 años, que se aplicaba a los reos declarados incorregibles, o a los que se les conmutaba la pena capital y no había la incidencia delictiva que tenemos actualmente.

Lo importante no es agrandar las penas, sino reducir la impunidad monstruosa que padecemos. Que el que la haga, que realmente la pague.

Y el ser humano no nace malo. Son las circunstancias las que lo llevan a las conductas antisociales, entre las que encontramos la pobreza, la falta de oportunidades, y la mala educación que desde luego debe incluir los principios éticos y el civismo, que abandonaron los gobiernos neoliberales y la pusieron al mercado, como si esta fuera una mercancía.

Y el principio de este humanismo mexicano  no es precisamente la venganza o el castigo. Si,  al delincuente hay que aislarlo, para que no ocasione más daño, pero con la intención de rehabilitarlo para su reinserción social. Y este aislamiento debe durar mientras un profesional no garantice su rehabilitación.

Casualmente el Tratado de Estrasburgo, del que México es parte y por tanto obliga a nuestro país, establece que para lograr esta rehabilitación, el reo debe estar detenido en su lugar, donde pueda ser visitado por su familia, lo que favorecería su rehabilitación. Este tratado fue invocado por el Presidente Sarkosy , que trató inútilmente de llevarse a Florence Cassez, para que terminara de compurgar su sentencia en Francia, aun cuando después salió libre por ser víctima de un montaje del que ha sido condenado en Estados Unidos.

Lo importante es que debemos de tratar de evitar el odio que degrada moralmente y enferma nuestro organismo. Fuera de dogmatismos, el hombre, que no ha sido capaz de crear una célula, no tiene el derecho de cegar una vida ni de imponer penas de marca, inusitadas o trascendentes.