El duelo es una experiencia dolorosa pero normal ante una pérdida, que en la mayoría de los casos, no requiere un tratamiento específico. Sin embargo, es importante diferenciar el proceso fisiológico del duelo normal al del duelo patológico que puede producirse tras la pérdida de un ser querido, alguna discapacidad física, abandono laboral o contextos sociales.
Al principio, los síntomas de un duelo sano son los mismos que los de un duelo complicado. Estos síntomas comenzarán a desaparecer gradualmente cuando la persona acepta y se adapta a la nueva realidad. Pero algunas personas pueden desarrollar sentimientos de tristeza y síntomas patológicos como parte de la reacción de una perdida. En las personas que atraviesan un duelo complicado, los síntomas persisten o, con el tiempo, incluso empeoran, es como si estuvieran en un estado constante de sufrimiento.
La duración y expresión del duelo normal varía mucho de una persona a otra y puede durar de dos meses a dos años. Sin embargo, hay que estar atento por si aparecen ciertos síntomas que pueden indicarnos que no estamos ante una reacción de duelo sano.
Los síntomas del duelo patológico pueden incluir los siguientes:
Tener sentimientos prolongados o reiterados e intensos de culpa por cosas que hemos hecho o dejado de hacer, con o por la persona querida.
Pensamientos recurrentes de que es el doliente el que debería haber muerto en vez del finado.
Preocupación obsesiva acerca de no ser capaz de rehacer la vida, acompañada de un sentimiento de inutilidad.
Enlentecimiento psicomotor.
Deterioro funcional, es decir, no poder desenvolverse de forma ágil en las actividades de la vida cotidiana.
Experiencias alucinatorias distintas a las de escuchar la voz o ver la imagen fugaz de la persona fallecida, que estas si pueden ser normales en un proceso de duelo.
Aparición de mecanismos de defensa, como la negación de la muerte del ser querido o el desplazamiento de los afectos a otras cosas e incluso animales.
Lo más importante es que el duelo debe que tener un final, no se puede estar con un duelo continuo. Del mismo modo siempre tendremos en cuenta que el duelo es un proceso normal que hay que pasar, que tiene fases y que no es patológico en sí mismo.
Cuando el duelo por una pérdida dura demasiado tiempo y cuando los mecanismos de defensas naturales para superar la pérdida parecen fallar, podemos encontrarnos ante un duelo patológico. En ese caso es imprescindible buscar ayuda profesional, tanto terapéutica como farmacológica.
Este estado emocional, puede influir de forma muy intensa en nuestra salud mental y física. En este caso, buscar apoyo terapéutico nos puede ayudar a identificar nuestros sentimientos y afrontar la situación, sabiendo que la terapia para el duelo permite una recuperación plena de la persona.
El proceso de la terapia es propicio para integrar emocionalmente la perdida y vivirla como parte natural de la vida, reconociendo el dolor que nos ha provocado la perdida pero siendo capaz de seguir adelante, generando nuevas y sanas expectativas emocionales. (Psiquiatra/Paidopsiquitra.)