AHORA ME RÍO. Cuando algo me duele, no. Los sillones que utilizamos para mecernos tienen en su base dos salientes cuyo destino parece ser encontrarse al dedo gordo nuestro y saltamos en ese choque y decimos cualquier onomatopeya o palabra que nos permite dar cauce al dolor que sentimos en el umbral último previo a nuestro desmayo. Los segundos de tiempo en los que va disminuyendo el dolor los sentimos eternos, y aunque seamos ateos, agnósticos o poco creyentes, nos acordamos De Dios, o al menos lo mencionamos, o de nuestra "madre mía". Ha sido un dolor intenso, inimaginable, tal que hasta el testigo siente casi lo mismo que uno.
O CUANDO ESTAMOS DISTRAÍDOS y nuestros dedos de mano están en el trayecto final de la puerta del coche, y sin fijarnos cerramos dicha puerta o alguien la cierra y saltamos literalmente de dolor aullando como lobo en los últimos segundos de su vida. Es algo terrible, inimaginable, y doloroso a grado sumo. Me ha pasado y siempre digo que para la otra tendré más cuidado. El sillón lo regalé y cuando miro la puerta del auto abierta antes de cerrar vigilo que mis dedos y cualquier otros de personas no estén en ese lugar donde quedan muy lastimados.
ES TAN FÁCIL CAER en eso de nuevo, aunque de manera distinta. Dos dedos míos estaban en el trayecto de dos leños ya cortados pero unidos por la corteza, y al tratar de separarlos dándole vueltas y luego golpeándolos uno por otro, tonto de mí, me los machaqué en el extremo donde duele, se hinchan y van cambiando de color de moreno latino a morado llegando al negro marrón, y quedando allí para miedo de que algo más quedara secuela.
PIENSO APESADUMBRADO que debí ir por el machete y separar los leños, pero la flojera hizo que mi mente tratara de separarlos a la fuerza, y ni los separé y me llevé el golpe de mi vida en los últimos años. De inmediato busqué en internet archivos de lo que se debe hacer en esos casos de emergencia (dedos golpeados). Y ninguno dice que acuda a un médico y menos llame una ambulancia, sino que tome agua con sal, que el dolor irá disminuyendo en el transcurso de tres días, la hinchazón lo mismo y la coloración oscura tardará disminuyendo como una semana, un poco más que el moretón que dicen queda en el cuello ante la succión pasional de la pareja.
PUES LLEGUÉ A LA CASA, no dije nada. De manera natural, el esfuerzo en el trabajo realizado de corte de leña con hacha, me hace caminar un poco rengo, así que oculté mis dedos con el dolor y miedo diciendo que me iba a tomar una pastilla para el dolor de huesos en general. Afortunadamente hizo efecto de inmediato. Aunque el color violeta, morado, o marrón, ya ni sé, estaba intacto y los dedos parecían inflados, no en exageración, pero quizá por el efecto del dolor yo los miraba el doble de su grosor.
NOS PASA CON LOS GOLPES de martillo. Vamos a clavar algo, sostenemos el clavo, pero como no tenemos práctica, le atinamos al dedo primero que al clavo. Y dejamos de hacer lo que estábamos haciendo, hasta que de nuevo lo intentamos. Y queda el dedo clavado, y nos duele el clavo, o clavamos el clavo y salvamos el dedo. O cosas así por el estilo. "Mejor no hagas nada", me dicen en casa. Pero sé que lo dicen para presionarme a que lo haga, para retarme, para picarme el orgullo. Y terco que soy vuelvo a las andadas.
NADA GRAVE EL GOLPE en mis dedos. Solo que tres días estuve preocupado. Y la dolorosa lección de tener siempre cuidado al hacer trabajos caseros. Dicen las estadísticas que los accidentes de casa son recurrentes y graves, con secuelas y muerte. Lo que son fugas de gas, las instalaciones eléctricas, el subirse a escaleras, lo mojado del piso, siempre requieren que tengamos el extremo de precaución. O saltar de partes altas, recordemos que no tenemos ni 30 y menos 15 años, cuando parecía que éramos de goma y nos sentíamos Supermán. (Continuará)