EN LOS VIAJES POR AUTO el costo de la gasolina y los peajes en las casetas es caro. Pero eso ya lo sé. Así que uno debe andar preparado. Y no pasa nada. La otra es no salir si no se puede. Tamaulipas no tiene casetas de cobro en la ruta Tampico- Matamoros, que es la que recorro. Las de Veracruz cobran un ojo de la cara. Y sí, me duele el codo.
MANEJAR POR CARRETERA es dialogar con uno mismo. Es tomar el control de ti con responsabilidad. Es saber que cada decisión es necesaria y tiene consecuencias. Es saberse parte de la dinámica de la vida. Si el manejo es nocturno es sentir la soledad de navegar en la oscuridad como en el espacio sideral. Y literal así es. Manejar es comparar el retrovisor en el pasado y el parabrisas tu futuro que en el marco del tiempo jamás se detiene. Así voy pensando en las horas de manejo.
ME TOCÓ EN UNA CASETA de Veracruz estar atrás de una mujer que no traía para el pago de 280 pesos Y nomás no la dejaron pasar. Había que regresarse con el vehículo para dar espacio a que ella saliera. "Se siente mal la señora y no trae dinero para pasar", me dijo uno de los guardias. Me bajé para ver si podía ayudar en algo. "No, en nada", me respondió ella sorprendida. Como diciendo que todo zalamero queda mal.
¿Y POR QUÉ EL AFÁN de ir al norte? Me pregunto y me preguntan. Allí nací. Allí crecí a mis 1.75. Allí conocí la amistad y el amor primero. Mi premio beso. Allí en su cementerio está el polvo de mis padres y un hermano. Allí caminé por tardes y noches de invierno, sin alas ni dinero en el bolsillo. Caídas, sonrisas, música pegada a mi piel. Allí se pusieron las bases para mis sueños. Allí me alimentaron para mirar la realidad de otra manera.
LO DEL SEGUNDO DÍA de manejo no tiene algo especial qué contar. Me explico: por solo manejar de día, el trayecto Villahermosa-Matamoros lo hago en dos partes, fijando Poza Rica como punto de pernocta. Diez horas de manejo un día. Otro tanto el segundo día. Así que solo igual de ansioso manejando para llegar a mi pueblo.
YO PUEDO PASARME DÍAS encerrado en casa de mis hermanas y hermano y amigos y amigas, platicando de mil y un asuntos repetidos y seguirle hasta que el cuerpo aguante. Matamoros es resultado de la diáspora interna del país por motivos estrictamente económicos, pero asimismo la ruta distinta de los valores arraigados. La inmigración hace que cada vez haya nuevas colonias de los que quieren cruzar el río Bravo y no pueden y de los que cruzaron y luego los echaron de vuelta y se quedaron.
NO MUCHO QUÉ CONTAR en el segundo día. Miro el cambio del paisaje que bien conozco, de lo selvática del sur, cambiando poco a poco por el semidesierto norteño. Me equivoqué de nuevo con lo del GPS que anda como loco guiando mal a quienes manejamos apoyándonos en esta tecnología. Me fui de Altamira a Aldama, nada que ver con mi ruta normal. Hasta que finalmente llegué al centro de Aldama, conocida por su actividad económica de crianza, reproducción y aprovechamiento de los rumiantes, de tal manera que es el municipio con el apodo de Capital de las vacas.
MIRO A LAS PERSONAS que pasan frente a mí, vaya a pie o en auto. Cada una de las personas con sus motivaciones interiores. Vamos de viaje sí, en la vida. Y es bueno agradecer lo afortunados que tenemos muchos de tener trabajo y salud por sobre todas las cosas. A un lado de la carretera miro como en flash a un leñador con su carga de leña, encorvado, de canas. E imagino su vida. Miro a agentes de tránsito de carretera y municipales. Lo fácil que es caer en manos de ellos. Alto. Se ha pasado un alto. Yo pienso en el Stop. Y se lo digo: "pásele"…
FINALMENTE A ESO de las 7 de la noche (volví a salir tarde del hotel el Villamagna en el inicio). Entré a mi Matamoros querido. Como siete kilómetros de caseríos en ruinas, polvosos, tiendas que sobreviven, deshuesaderos, carros en venta y el letrero que dice: bienvenidos a Matamoros, tierra de personas trabajadoras.
LA LLEGADA. Me recibe una hermana. La plática interminable de tanto. Viaje, recuerdos, infancia, etc. Ya hoy en la mañana un desayuno con tortillas de harina con machaca uno, con nopales otro. Y frijoles con queso otro. Queríamos menudo al que llamamos en Tabasco “Mamita no te vayas” (mom donde go).