Buen lunes a todos, excelente semana. Sin duda alguna una de las reformas elementales para nuestro país es la concerniente a la corrupción. Hablar del fenómeno implicaría hablar del ser humano y su entorno en casi su totalidad, requerimos apoyo de la ontología, filosofía, psicología, axiología, sociología, anatomía, economía, política, educación, cultura, derecho entre muchas. Sin embargo se trata de una columna, el espacio nos limita a tocar el día de hoy los puntos señalados en el título, considerando –yo- la envidia uno de los cientos de elementos que la conforman. Sabemos que se trata de un fenómeno añejo, tan antiguo como el hombre mismo, desde los aztecas se hablaba de corrupción –de envidia, ni se diga- y con los españoles, doctos en la materia, se logró con el mestizaje, una variable exquisita, el mexicano.
En relación con los nobles salvajes –no sé qué tan nobles, pero sí muy salvajes- que éramos antes de las visitas extranjeras, me viene a la mente aquel hombre natural, del que hablaban Hobbes, Locke, Kant, Rosseau; racionalistas, humanistas, liberalistas o naturalistas, sin duda grandes filósofos. Me llamo la atención que en alguna parte de su vida y obra, tales hombres trataron un sentimiento en especial, la envidia, coincidiendo algunos que influye de manera determinante en el orden social, aunque vale la pena señalar que su enfoque se daba en la propiedad o el contrato. Lo anterior permite reflexionar más profundamente sobre ese deseo de lo ajeno, un sentimiento que en movimiento se transforma y da origen a emociones profundas. Por más que se trate de velar y difuminarla con bellos colores y frases, calificándola como buena –envidia de la buena- su origen y fondo siempre será el mismo.
El ser humano mayormente buscara y encontrara algo que no tenga, ese vacío que no se llena aunque más se tenga. El apetito que despierta el conocimiento, no se apaga y sacia con nada, salvo con la muerte. Feliz el pobre e ignorante, pero verdaderamente debe mantenerse así, porque si conoce y se le promete, será profundamente infeliz, con eterno deseo de venganza, porque ese sentimiento se convierte en el más poderoso resentimiento.
Desde que se conoce, se desea, pero cuando se siente, se prueba, la mente y los sentidos veneran, necesitan, hasta el punto de lo indispensable, puede tratarse de lujo, sabiduría, confort, ciencia o espíritu, esa hambre de querer más, de competir y buscar lo que alguien logro, no termina jamás, es naturaleza. En nuestro sistema de gobierno y bajo nuestra forma de gobierno totalmente incongruentes, esta siempre existirá, se promete, compromete y se hace el madruguete; por eso el que puede arrebata, cuando puede aprovecha, por eso la filosofía madre es, el que no transa no avanza, para nuestra gente esa es la escuela, nuestra bella cultura, fortalecida por el capitalismo y concepto de éxito es igual a riqueza y dinero felicidad, los grandes ejemplos, los poderosos han nacido así, tristemente su mayoría de actos de corrupción, de la magnífica mancuerna gobierno – empresario, diría Don Mario Puzo, detrás de cada gran fortuna, hay un gran crimen.
El pueblo no cree más en la igualdad, no creen más en la iglesia, sus maestros o el gobierno, para ellos todos son la misma ensalada vertida en la licuadora, haciendo casi inseparables sus elementos. Respondería Nietzsche a los grandes idealistas y humanistas la envidia surge del igualitarismo, de considerar a todos los hombres iguales por naturaleza, considerando que si se aceptara que todas las personas son diferentes, desaparecería la envidia, argumento parcialmente cierto, pero en realidad la envidia es parte de la naturaleza del hombre y madura en sociedad.
La respuesta es más compleja, para no envidiar no debería existir algo que desear, por ende sería contrario al instinto de supervivencia, el más débil envidia al más fuerte, es natural. Acertadamente señala Locke en su obra “Algunos pensamientos sobre Educación” la envidia, el deseo de poseer y tener en nuestro poder más cosas de las que exigen nuestras necesidades…. Es el principio del mal.
Si bien es cierto, probar este planteamiento es materia de una tesis completa, invita a reflexionar un poco, solo un poco sobre la envidia, que podría ser un grano de arena de la inmensa playa de corrupción, pero como seres humanos, como empresarios que somos, tenemos un compromiso más grande que con Ego –uno mismo-, la corrupción no es solo con el gobierno, no solo se debe dar con el servidor, también entre iniciativa privada, entre la sociedad misma, el concepto ha evolucionado, cierto es que la Corrupción somos todos, no solo los servidores públicos, nosotros somos esos servidores, vamos y venimos, como el amparo evoluciono y no solo se da contra actos de autoridad lo mismo pasara con este fenómeno.
Nuestro compromiso es México, el futuro, las generaciones siguientes, el hoy para mejor mañana, solo moderando y regulando nuestras conductas podremos evitar males mayores como la corrupción misma. Se necesitan décadas y numerosos recursos para combatirla, en la próxima columna hablaremos de una propuesta de combate.
Animo y mucha energía!!!