A la memoria del Embajador
Leonardo Ffrench Iduarte.
El día de ayer la cancillería mexicana presentó los alegatos contra el gobierno de la República de Ecuador por los agravios perpetrados contra su sede diplomática en Quito. Debo decir que tuve conciencia de la dignidad con la que nuestro país se relaciona con el mundo, concretamente por la muy aseada intervención del equipo jurídico presentando la querella ante la Corte Internacional de Justicia, caracterizada por su dignidad, su patriotismo y su profesionalidad. Sentí un gran orgullo como mexicano.
Ante la irresponsabilidad pueril del actual presidente ecuatoriano, actuando como vulgar bravucón de cantina y violando toda suerte de principios éticos y legales de la relación entre los pueblos, consignados en todo el entramado de acuerdos que constituyen el derecho internacional, el gobierno mexicano ha actuado con sabiduría y prudencia, apegado en todo momento al derecho internacional con energía en su exigencia pero ejerciendo una diplomacia efectiva que ha merecido el respaldo de gran parte del mundo y sus organismos.
Es de observarse que, mientras que el litigio por México corre a cargo de un brillante equipo del Servicio Exterior Mexicano, la parte ecuatoriana se contrató con abogados internacionalistas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel y Perú, con el acompañamiento de un embajador ecuatoriano, lo que manifiesta el desprecio del Sr. Noboa por la capacidad de sus propios juristas, que los tiene y de gran prestigio. Pero seguramente no han de ser serviles a un presidente minusválido, políticamente hablando.
El día de hoy se presentarán los argumentos de la parte ecuatoriana y en breve plazo se tendrá la resolución de la CIJ. Veremos.
Desde ayer que pude ver la presentación del equipo mexicano decidí escribir este artículo y su tema, pensando mucho en el muy querido amigo Leonardo Ffrench Iduarte, siempre defensor del Servicio Exterior Mexicano y miembro distinguido del mismo, cuando me desperté con la infausta noticia de su fallecimiento. Hoy constato cuánta razón tenía en su denodada lucha en favor del Servicio Exterior Mexicano, tanto desde el punto de vista gremial, como en lo relativo a su excelencia profesional. La vigorosa defensa del funcionario encargado de la embajada ante el atropello de la fuerza armada ecuatoriana es sólo una muestra irrefutable de ello.
Querido Leo: ahora entiendo mejor tus afanes diplomáticos y te los reconozco como un gran legado que nos dejas a tu partida.
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