ORGULLO, NO PEDANTERÍA, COMENTAR sobre los libros que he leído. Es que me llegó un mensaje de una amiga del Norte, que me pregunta si hoy voy a escribir sobre el Día del libro. Pero, ¿qué decir? más que lugares comunes. Que bla, bla, los beneficios. Que bla, bla, que hay que leer porque nos hace mejores. ¡Vaya! Todo eso está dicho. Mejor escribo sobre algunos libros que he leído. Y el primero fue Heidi, de Spyri Johanna, y trata de una niña que vivía con su abuelo en los Alpes suizos. Tendría yo 12 años y lo tomé prestado de una librería-papelería. Luego de leerlo lo fui a regresar. Y la dueña, guiñándome un ojo, me reprendió delante de los empleados.
EN JUSTICIA, NO PUEDE UNO DEJAR de lado los libros de texto gratuitos. Esos que tenían de portada a una indígena bella, que, según nosotros, representaba a la Patria. En ellos encontramos aventuras y nos emocionábamos con historias, cuentos, poemas y adivinanzas. Los de secundaria no eran gratuitos. Y mi padre los pedía usados en las casas ricas, de los que ya habían dejado los muchachos. "No tiene unos libros de secundaria usados para mi muchacho? Y llegaba con suficientes para el inicio de clases, y los maestros nos decían "no importa que sean e otros autores, porque los temas sí vienen".
3. "Veinte canciones de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda, llegó a mí, de manos y mirada de un ángel. Una compañera de grupo en la Normal me lo acercó y leyó precisamente el poema XX. No fue un descubrimiento de lo amoroso en la poesía, porque ya en la secundaria había leído otros, solo que se escuchan distintos en esos años cuando empezamos a despertar al llamado de la especie. Siendo compañeros de grupo, casi sin hablarnos, se despidió con un beso en los labios, para sorpresa y alegría. Y yo me quedé con los primeros versos de "Puedo escribir los versos más tristes esta noche; escribir por ejemplo..."
YA ENTRE LOS 16 Y 19 AÑOS, llegó a mí el libro "Poema pedagógico", de Anton Makarenko. Narrativa detallada de lo que vivió el autor como director de la Colonia Gorki, para delincuentes juveniles, entre ladrones, asesinos y violadores. Poema, por lo bello. Pedagógico, por cómo le hizo para lograr imponerse a ellos, con una mezcla de amor y disciplina férrea, incluyendo los golpes. Y también leí "La madre", de Maximo Gorki.
POR ESOS AÑOS ME ECHÉ UNA ZAMBULLIDA en el "Manifiesto comunista". Eran los años febriles, de la juventud física. De mirar a nuestro alrededor. Libro de los prefacios, decía Joel Zúñiga, porque la edición que teníamos a la mano tenía como 20 prefacios, uno por cada una de las ediciones anteriores. Así que difícilmente llegábamos a ese inicio que nunca se olvida: "Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del comunismo..."
Y CÓMO OLVIDAR A DON EDUARDO Del Río, Rius. Por esos tiempos de los 17 años, en mi casa, mi padre construyó un cuarto de estudio al fondo del patio. Ya listo, le faltaba el piso. "Lo podemos hacer nosotros", dijeron mis amigos. Y nos pusimos a quebrar piedras para que suplieran la grava. Y ya estaba la arena y el cemento. Una de esas tardes llegó Ubaldo bogar con un librito y me lo dejó. "Mira, para que le eches un ojo". Y de verdad, lo terminé un día. No recuerdo cuál era, pero seguro sobre los temas que por esos años descubrimos: la izquierda, el comunismo, el Ché, Lenin para principiantes y cosas así. Los leí casi todos, incluyendo el de "La panza es primero", que al terminarlo, dejé de comer carnes rojas como por unos cinco meses. De por sí casi no había en la casa.
EN UNA LIBRERÍA DE VIEJO, ya como a laso 24 años encontré un libro cuyo título me llamó poderosamente la atención: "Hambre", del autor Knut Hamsun. Ninguna referencia tenía. Pero me asomé al primer párrafo, y me atrapó, aparte de la cuarta de forros (el texto que viene atrás). Es una novela vivencia, relato en primera persona de la vida del autor quien pasó varios años de vagabundo. No dudé. Y nunca me he arrepentido de comprarlo por tres pesos. Y siempre me refiero a él, autor y a ese libro que me prodigó la sensación de que todo es posible, siempre y cuando haya pasión.
ERNESTO CARDENAL Y "EPIGRAMAS", es uno de esos libros que nunca olvido. El que conocí es rojo de portada, de formato cuadrado, con bellos poemas versionados de Catulo para Claudia. Me dio muchas satisfacciones. Tuve la oportunidad de leerlo y la mala suerte de perderlo en dos o tres ocasiones. Espero que las manos que lo encontraron lo sigan guardando como reliquia. Trae buena suerte la lectura de esos poemas, sin duda alguna.
A LOS 30 ME ENFRENTÉ con los de Milan Kundera. No es que me acuerde precisamente de cada uno de los libros de él. "Los amores ridículos; "La insoportable levedad del ser", "La broma", etc. Lo cierto es que plantea la manera en que son tratadas las personas en un estado mal llamado socialista, donde si no comulgas con esas ideas, o te escuchan que diste una opinión contraria al régimen, te aislan, quitándote el empleo, por ejemplo sin eres maestro universitario, y tienes que buscar trabajo de lo que sea para subsistir. Antes de Kundera, varios de Franz Kafka, aunque estos desde los 20 años, con "Metamorfosis" y "El Proceso", donde el acusado no sabe de qué lo acusan, y quienes lo enjuician son parte de un estado anónimo, paralelo de las autoridades legales.
¿OTROS? "EL QUIJOTE", DE MIGUEL DE CERVANTES, no lo he podido terminar. Ni tampoco "Ulyses", de Joyce. Algunas obras de Sófocles sí, por ejemplo "Edipo Rey". Esos coros que acompañan las escenas, como una especie de conciencia divina, que llama, que dice, que recrimina, que augura. Pero cómo olvidar la trilogía de Isaac Deutscher, "Trostky", cada uno con los siguientes nombres. "El profeta armado", "El profeta desarmado" y "El profeta desterrado". En el tintero me queda escribir sobre Sabines y su "Recuento de poemas", J.J Arreola, con "La feria" y "Bestiario; Monterroso, con "La letra E", "Obras completas y otras fábulas", y Martín Luis Guzmán, con "La sombra del Caudillo" y Juan Rulfo, con los cuentos de "El llano en llamas", que su novela "Pedro Páramo", está de moda en la película que proyecta Netflix. Jorge Ibargüengoitia, claro, sobretodo "Los pasos de López", y se refiere a Miguel Hidalgo y Costilla en lo cotidiano.