Hay quienes dicen que solo entre mujeres o con presencia de mujeres puede hablarse con seriedad del aborto.
Esta sería la regla, para mí desconocida, de las muchas mujeres que enviaron tuits indignados o críticos porque el lunes pasado, en La hora de opinar, Javier Tello, Jorge Castañeda, Leo Zuckermann y yo dedicamos media hora a hablar contra la penalización del aborto.
Hubiera esperado muchos comentarios discordantes porque el tema es irreductiblemente polémico, pero lo que recibimos fue una cascada de reclamos porque no estuvo sentada a la mesa una mujer. Y otra cascada preguntando con qué derecho hablábamos de un tema que afecta solo a las mujeres. Y con qué conocimiento del tema, si no somos mujeres.
En suma, que a los ojos de estas personas nuestra discusión del aborto fue una especie de acto machista, discriminatorio, de gente que no entiende nada de la mujer porque no es mujer y además no entiende que no entiende.
Confieso que no entiendo esta reacción y que quizá se debe a que no entiendo que no entiendo.
El reclamo de las mujeres que yo entendía hasta ahora era más bien el contrario: ¿por qué los hombres no hablan del aborto, por qué miran a otro lado, por qué esta causa no tiene solidaridad en el género masculino?
En aquel mundo remoto que los hombres hablaran del aborto era fundamental no solo por razones de conciencia y solidaridad, sino también por razones prácticas: porque quienes decidían sobre el aborto eran fundamentalmente hombres: gobernantes, legisladores, médicos, curas, papás, maridos, novios.
Es posible que aquel mundo haya desaparecido y que hoy las mujeres necesiten menos de la solidaridad masculina para discutir y resolver un problema que las afecta fundamentalmente a ellas, como el del aborto.
La verdad, me sigue gustando más el reclamo de antes: hablen señores, no miren a otra parte. Es lo que tratamos de hacer el lunes pasado en La hora de opinar, con la extraña consecuencia que refiero.
Tomo nota del hecho, pero la verdad no me rindo a la idea de que solo las mujeres puedan y sepan hablar de las mujeres y solo los hombres, de los hombres.