Me he prometido no hacer profecías respecto de lo que será la llamada cuarta transformación, mucho menos sobre sus logros o fracasos. Sin embargo, las propuestas formales del gobierno electo, en parte ya leyes aprobadas, anuncian con cierta claridad su diseño estratégico.
En afán de resumir, diría que lo que se perfila como el fondo de la cuarta transformación es el tránsito a machetazos del imperfecto modelo de república federal que conocemos hacia un modelo de república centralista de nuevo cuño.
Creo que los dos pilares son la nueva ley de la administración pública federal, aprobada por la mayoría lopezobradorista en el Congreso, y la anunciada reforma constitucional para dar al Ejército responsabilidades plenas, y mando único, en el manejo de la seguridad pública.
Nuestra policía de todos los días será militar. Lo lógica política de ambas decisiones es centralizar.
La nueva ley crea la figura de los delegados federales únicos en los estados, los “superdelegados”, que nombra el presidente y que le reportan a él, igual que sus secretarios de Estado.
Los superdelegados se encargarán de vigilar el manejo de las inversiones federales, en promedio, 85% de los ingresos estatales.
Cada superdelegado federal tendrá bajo su mando varios subdelegados regionales, unos 300 en toda la República, tantos como distritos electorales.
Superdelegados y subdelegados se encargarán de velar por que las inversiones de la federación aterricen efectivamente en cada lugar.
Resumen: un poder político, administrativo y financiero alternativo a los poderes locales, para vigilarlos, controlarlos, competir con ellos, desarrollar clientelas propias y, eventualmente, ganarles las elecciones.
El programa de militarizar la seguridad pública contempla la existencia de 266 unidades en toda la República. De sus consejos locales formarán parte los superdelegados y los subdelegados políticos de la federación. Junto con pegado: dinero y fusiles.
Son dos maneras complementarias de ocupación del territorio desde el centro. Una, política, financiera y administrativa. La otra, militar y policiaca.
No hemos visto en mi generación, digamos desde 1968, un proyecto de centralización territorial, política, administrativa, policiaca y militar tan grande como la que anuncian los primeros pasos de la Cuarta Transformación.