Lo dicen las remesas y lo dice el número de mexicanos que se va a trabajar a Estados Unidos.
Vivimos una de las épocas de mayor migración económica hacia el norte; en términos absolutos, la mayor de la historia.
El pobre crecimiento económico y la pandemia no han sido en vano. Castigada aquí, la gente busca allá lo que necesita: empleo, oportunidades de mejora.
Si se mide por las remesas, han encontrado ambas cosas, y en rangos sin precedentes.
Las autoridades celebran el auge de las remesas, que rompen récords cada año, como un índice de fortaleza de la economía mexicana.
Aparte del lavado de dinero que puede haber en remesas tan altas, esos miles de millones de dólares son hijos del esfuerzo de mexicanos que trabajan fuera de la economía mexicana, no dentro de ella.
Remesas y migrantes son indicadores tangibles, en dólares y personas, de que los programas sociales del gobierno no bastan para arraigar a los mexicanos en su tierra.
Según los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, la cantidad de mexicanos que busca trabajo en Estados Unidos ha crecido mucho en estos años, también en rangos sin precedentes.
La oficina registra el número de mexicanos arrestados en su intento de pasar ilegalmente al otro lado, o sea, sólo un porcentaje de los que logran pasar.
En el año fiscal 2022 hubo 808 mil mexicanos detenidos en la frontera. Nunca se había detenido a más de 300 mil (números redondos).
La cifra explotó en el año fiscal de 2021, en plena pandemia. El número de mexicanos detenidos pasó de 297 mil en 2020 a 655 mil en 2021.
Y de ahí saltó a los 800 mil del año fiscal 2022. (El año fiscal se cuenta de octubre del año anterior a septiembre del siguiente).
Las cifras de 2023 van en el mismo rumbo de 2022: en el primer semestre fueron detenidos 383 mil mexicanos.
Los migrantes dicen con sus actos lo que quieren. Quieren empleos que les permitan ahorrar y sostener a sus familias, empleos que no encuentran en México.
Los programas sociales no detienen la migración, porque no son empleos. Si son el nuevo sueño mexicano, como dicen en Palacio, es un sueño del que huyen más mexicanos que nunca.