Con apenas una semana en el poder, Donald Trump ha emprendido una serie de transformaciones radicales en Estados Unidos. En su primer día de gobierno, firmó cerca de 220 órdenes ejecutivas, memorándums y proclamaciones. Lejos de ser actos impulsivos o irracionales, estas acciones forman parte de un proyecto geopolítico bien calculado. Subestimar estos movimientos como simples excentricidades del 47° presidente sería un error, no podemos caer en el reduccionismo de que "Trump está loco". Existe toda una lógica estratégica detrás de las intenciones de su gobierno.
En el imperialismo clásico, un Estado imponía su dominio sobre otro mediante la conquista militar, la anexión territorial, el control político o la explotación económica. Ejemplos emblemáticos son el Imperio Británico en India o las colonias españolas en América. Hoy, el neoimperialismo recurre a estrategias más sutiles, como el uso de la ciencia, los medios de comunicación, la tecnología o medidas económicas, como los aranceles, que han sido una de las herramientas predilectas de Donald Trump. Esta dinámica geopolítica puede entenderse a través de cuatro elementos clave: 1) un Estado poderoso (el "Imperio"), 2) un Estado subordinado (el "vasallo"), 3) un objetivo estratégico (como recursos o influencia territorial) y 4) una relación estructurada de dominación.
¿Y en qué consiste el neoimperialismo de Trump? Aquí describo algunas características. Primero, Trump es parte de una nueva ola de conservadurismos que ha ganado impulso en distintas regiones del mundo. Figuras como Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador, Jair Bolsonaro en Brasil, Giorgia Meloni en Italia y Marine Le Pen en Francia representan esta tendencia. Estos líderes comparten una visión nacionalista, un rechazo a la élite política tradicional y una postura crítica frente a la globalización. Además, se posicionan en abierta oposición a la izquierda y consideran que actualmente se libra una batalla ideológica y cultural, lo que les lleva a enfatizar la defensa de valores tradicionales. También suelen recurrir a estrategias populistas, porque sí, el populismo no es exclusivo de la izquierda, sino que se trata de un estilo de hacer política basado en la confrontación y la movilización del descontento social, mediante estrategias discursivas que apelan a lo popular.
Y en particular, la administración de Trump tiene claro su proyecto geopolítico y hasta lo usa como eslogan: "Hacer a Estados Unidos grande de nuevo". Con este discurso resume una estrategia integral orientada a reposicionar a Estados Unidos como la potencia dominante en un mundo multipolar, apelando tanto al nacionalismo como al pragmatismo económico. Trump defiende la identidad nacional basada en los valores del tradicional BASP, que significa Blanco, Anglosajón y Protestante; estas son las características de los primeros colonos estadounidenses, que por cierto, eran inmigrantes. En "defensa" de esta identidad es que Trump rechaza la migración y considera que existe una batalla cultural entre la denominada "agenda woke" y los valores tradicionales de Estados Unidos.
En el tema de la seguridad, Trump declaró dos emergencias nacionales. Una en la frontera sur (para habilitar el uso de medios militares frente a la migración) y otra de energéticos (para levantar las restricciones al fracking). Esto último para beneficiar la agenda petrolera, el West Texas International y los estados de la franja del Golfo de México (Florida, Alabama, Texas y Mississippi). Aquí se vincula también el cambio de nombre de Golfo de México a Golfo de América. No es casualidad que el primer estado en adoptar un documento con ese nombre haya sido Florida. Y tampoco es casualidad que la tecnológica Google haya adoptado ese cambio de nombre en su plataforma Google Maps. Es otra forma de dominación, a través del uso del lenguaje y la tecnología.
Además de estas emergencias, Trump firmó una orden ejecutiva para declarar a los cárteles mexicanos como Organizaciones Terroristas Extranjeras (FTO, por sus siglas en inglés). Esta medida fue presentada como un intento de fortalecer la lucha contra el narcotráfico, pero también refleja su visión de intervención en los asuntos internos de México, además de servir como una herramienta de presión diplomática para imponer medidas más estrictas en la frontera. (Mañana: El método Trump: intervencionismo de presión y control)