Bien decía Lenin que "hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas", pues tan solo en 10 días de ofensiva, los rebeldes islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) pusieron fin a 13 años de Guerra Civil en Siria y a más de 50 años de gobierno de la dinastía Assad. Así, el domingo 8 de diciembre de 2024 será recordado como el día que cayó la Siria de Assad y nació la Siria de HTS. El reacomodo de fuerzas fue clave en esto; con Rusia enfocada en la Guerra de Ucrania e Irán ocupado con Israel, los dos grandes aliados de Assad no pudieron mantenerlo más en el poder.
Ojo, los rebeldes que tomaron Damasco no pertenecen a la facción que inició la guerra. Quienes iniciaron la Revolución en Siria fueron las fuerzas del Ejército Libre Sirio (ELS), que luchaban por derrocar a Assad y crear un Estado Laico. Y quienes llegaron al poder salieron del frente al-Nusra, una filial del grupo terrorista al-Qaeda. A diferencia del ELS, los rebeldes de HTS luchaban por instaurar un califato, bajo la ley Sharia.
¿El nuevo gobierno será laico, secular, islamista o abierto a la tolerancia religiosa? Esa es la duda que tienen muchos grupos. Hasta el momento solo hay indicios, pero no declaraciones, ni políticas anunciadas. El líder, Jolani emitió un mensaje desde una mezquita de los Omeyas, dando así una señal de su filiación sunnita. Asimismo, el primer ministro de Siria, al Jalali ha manifestado su disposición para trabajar en la transición. En este tema habrá que seguir de cerca a Mohamed al Bashir, presidente de la provincia de Idlib, quien ha sido designado por HTS para liderar la transición.
Con los cambios en la Nueva Siria ¿cómo queda el balance de poder? Los que salen perdiendo son Rusia, quien tendrá que re-negociar su base de Tartús (que le da acceso al Mediterráneo), e Irán, que ahora ve interrumpidas sus cadenas de suministros para Hezbolá. Los ganadores son Israel, Turquía y los países de Europa, que ya han cancelado solicitudes de refugio y para su "fortuna", con el nuevo gobierno podrían negociar gasoductos, para abrir nuevas rutas de abastecimiento de gas natural. Turquía podría usar el nuevo gobierno para combatir a los kurdos e Israel ya ha realizado ataques a Lattakia y ha abierto un nuevo frente de combate en la zona de los Altos del Golán, específicamente en el Monte Hermón, a modo de crear un supuesto "tapón defensivo".
La Nueva Siria podría ver la paz como lo hizo Colombia, al desmovilizar a grupos armados para convertirlos en partidos políticos; podría volverse una pesadilla y resurgir en una nueva guerra civil, al estilo de Libia. También existe un escenario al estilo Irak, en el cual resurgen los grupos terroristas. O peor aún, las diferentes facciones rebeldes siguen luchando por mantener sus zonas de influencia y crean múltiples gobiernos "de facto".
Como ser humano espero y deseo que haya paz en Siria, sin embargo, como analista de geopolítica guardo cierto escepticismo, porque la caída de Assad solo resolvió uno de tantos "problemas". Aún quedan pendientes ciertos temas, como la cuestión del Kurdistán, la protección a minorías drusas, chiítas y cristianas, la zona de los Altos del Golán, el retorno de los millones de sirios que huyeron de la guerra, la base militar rusa en Tartús, la reconstrucción de las ciudades, los depósitos de armas químicas y los remanentes de grupos extremistas, como el Estado Islámico. Todo esto puede resolverse negociando por la vía política, o bien, las diferentes facciones podrían retomar la lucha armada, si ven amenazados sus intereses. Así que la tarea del "nuevo gobierno" de la Nueva Siria, no es sencilla. El reto apenas comienza.