En 1980 cuando recorrimos parte de la extinta Unión Soviética, en pleno socialismo, visitamos Georgia, así llamada en occidente la República Sakartvelo, o tierra donde viven los kartvelianos, un pequeño país caucásico similar en tamaño a Chiapas.
El nombre de Georgia con que es llamado en occidente desde la edad media, tal vez porque tienen en su bandera la Cruz de San Jorge, que es el santo patrono de ellos. Nos hospedamos en su capital Tbilisi, más conocida en occidente como Tiflis, en el que era en esa época el mejor hotel, el Iberia, y aquí otra aclaración, los griegos llamaban a sus pobladores iberos y al país Iberia, sin que esto tenga ninguna relación con la península a los que coincidentemente los griegos llamaban también Iberia y después los romanos Spania, de donde viene el nombre España.
Visitamos algunos de los balnearios de aguas termales que existen en Tbilisi, cuyo nombre casualmente quiere decir “tierra cálida” en alusión a ellos. Y Georgia a más de haber sido paso de la Ruta de la Seda, es la cuna del vino que se dice que aquí nació, y producen excelentes vinos que fermentan en tinajas de barro enterradas, y su bebida nacional es el “chacha” un destilado de orujo, los desechos de cáscaras y vegetales de la fermentación del vino.
Georgia tiene un decrecimiento poblacional sostenido del 0.2%, se habla el georgiano con 33 letras con la particularidad que es un idioma sin géneros, en el que se refieren igual al varón que a la mujer. Muchas gracias se dice “didi madioba”.
El símbolo de Tbilisi es la enorme estatua de más de 20 metros de Kartlis Deda o la madre de Kartli que sostiene en la mano izquierda un recipiente con vino para recibir a sus amigos y en la derecha una espada para castigar a sus enemigos. Otra curiosidad es la Torre del Reloj, inclinada como la de Pisa.
De rica gastronomía, vale la pena degustar el khinkali, una especie de nódulo de masa amarrado con leche, huevo y carne picada y las churchkhelas un postre de almendras, nueces y avellanas.
Formó parte de la extinta URSS hasta 1991 y Stalin, que gobernó y construyó Rusia de 1924 a 1953, nació en la pequeña ciudad georgiana de Gori, donde existe un museo dedicado a él y en Tbilisi existe la pequeña imprenta clandestina en que Stalin imprimía la propaganda bolchevique que promovía.
Algo para recordar fue nuestra visita a Abjacia, una república autónoma dentro de Georgia, donde se dice que están los más longevos del mundo y pudimos saludar a algunos de ellos.
Partimos de Abjacia y entramos a la República Rusa, para estar varios días en su principal balneario en el mar Negro, Sochi, una especie de un Cancún ruso, en el que tuve la sorpresa que caminando con mi pequeño hijo de 10 años, oí unos gritos de una rusas que bajaban corriendo una escalera y se comían a besos a mi muchacho diciendo algo que interprete como que se parecía mucho al poeta ruso Pushkin. Recuerdos que nos hacen vivir dos veces los momentos felices.