Llegó a finales de abril de 1945 hasta las calles de Berlín a su cita con el destino, esquivando las balas enemigas y con fusil en mano, enfundado en el uniforme militar del ejército rojo de la URSS de Stalin, tenía entonces 23 años de edad y 3 años de haberse incorporado como soldado, en respuesta a la invasión alemana de Járkov su ciudad natal. Avanzando entre los escombros, el estruendo de artillería y los bombardeos de los aliados, llegó hasta la Biblioteca Nacional, que no alcanzó a ser evacuada a lugar seguro, solo quedaron preparadas las cajas de libros, de donde rescató dos obras que cambiaron su vida y el curso de la historia, Relación de las cosas de Yucatán de fray Diego de Landa y una edición de Los códices mayas.
La operación Barba Roja, en términos de la tercera ley de Newton fue la acción que hizo entrar al ejército soviético a la segunda guerra mundial y cuya reacción terminó cuando la bandera de la hoz y el martillo ondeaba sobre las ruinas del Führer.
Al terminar el conflicto Yuri Knórosov regresó a Rusia con su preciado botín de guerra en la mochila sobre su espalda, ya era historiador por la Universidad de Járkov, pero inició el estudio de la carrera de Etnografía y lingüística en la Universidad de Moscú, estaba interesado en las culturas egipcia, china y maya, además le llamaban la atención los códigos y lenguajes.
Con destellos de genialidad, su facilidad para comprender los lenguajes y su fascinación por la cultura maya lo llevó a aprender español y todo lo relacionado con México en su afán de descifrar los glifos mayas, el punto de inflexión fue después de leer el artículo El desciframiento de las escrituras mayas, ¿un problema insoluble? de Paul Schellhas, un enigma que llevaba más de 500 años.
En el libro Los códices mayas, estudió el contenido del códice París, considerado un manual de los sacerdotes mayas, el códice Madrid, con horóscopos y tablas astrológicas, y el códice Dresde, con detalles del sistema numérico y el calendario maya.
El método empleado por Knórosov consistía en estudiar distintos sistemas de escritura ya descifrados. Con base en los rasgos que compartían entre ellos y el número de signos usado por cada sistema, Knórosov planteó que la escritura prehispánica maya estaba compuesta por signos que conforman sílabas y no simples fonemas o letras de un alfabeto, esa fue la ventaja que tuvo sobre sus antecesores, que intentaron descifrar la escritura maya desde la óptica de la arqueología y no desde el punto de vista lingüístico donde era un experto. En 1952 presentó sus resultados bajo el titulo de "La escritura antigua de América Central", dando razón a su frase" cualquier sistema o código elaborado por un ser humano puede ser resuelto por cualquier otro ser humano".
La proeza del desciframiento de Yuri Knórosov solo es comparable a la del historiador francés Jean-François Champollion, que en 1822 descifró los jeroglíficos egipcios, con la diferencia que el lingüista ruso lo hizo entre cuatro paredes y dentro de las fronteras de la URSS, solo hasta 1991 visitó Guatemala y fue condecorado con la Orden del Quetzal y en 1994 recibió la condecoración de la Orden del Águila Azteca, la máxima distinción para un extranjero en México, al recibir la presea mencionó "En mi corazón siempre seré mexicano" y es la misma frase que decora el monumento erigido en su honor en la entrada del Centro de Convenciones Siglo XXI de Mérida, Yucatán. Knórosov nació el 19 de noviembre de 1922.
(Ingeniero Civil por el ITVH, profesor de matemáticas en nivel medio superior y superior, promotor cultural y presidente del Club de Ciencias Arturo Rosenblueth, A. C. )