OFRECEMOS UN FRAGMENTO DEL DISCURSO DE DON ENRIQUE GONZÁLEZ PEDRERO EN LA INAUGURACIÓN DEL ENCUENTRO SOBRE "LA DEMOCRACIA EN EL MUNDO MODERNO", REALIZADO EN LA CIUDAD DE MÉXICO ENTRE EL 19 Y EL 22 DE ENERO DE 1982, ORGANIZADO POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Y LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE CIENCIA POLÍTICA. AUNQUE HAN PASADO YA MÁS DE CUATRO DÉCADAS, SUS PRINCIPIOS Y REFLEXIONES SEGUNDA PARTE
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La democracia que practicamos en México es el resultado de un principio que surgió como consigna política de la Revolución de 1910: "Sufragio efectivo, No reelección." El sufragio efectivo, voto libre, es el meollo de la moderna democracia occidental, el origen de las organizaciones políticas y sindicales de masas, del pluralismo partidista e ideológico, de la pugna que normada por el Derecho garantiza a la mayoría el gobierno de las instituciones. La no reelección es el resultado de la experiencia de México en su lucha contra la dictadura: el dique que nos permite mantener abierto el acceso a los puestos de mando y que hace posible que las generaciones se entrecrucen y se sucedan en el manejo de la cosa pública.
En última instancia, es preferible y menos costoso el riesgo de la discontinuidad de programas, en beneficio de la movilidad social y política que está implícita en la no reelección, que la ruptura histórica. La política mexicana se sustenta, pues, en las arenas movedizas del conflicto, en el diálogo de la contradicción. Esta política ni pretende la infalibilidad doctrinaria ni el monolitismo de la sociedad-Estado-demiurgo pero, tampoco, la comodidad de un Estado que por espectador dejaría de ser Estado. Este Estado se equivoca pero, reconociendo los errores cometidos, sabe rectificar. Toma partido por las mayorías pero respetando los derechos de las minorías. Y es fuerte tanto por ser el Estado de la mayoría cuanto por el respeto de las minorías discrepantes.
Es, a pesar de todo, Estado de todos. No es el Estado de una sola clase sino un conjunto pluriclasista: por ello es mayoritario pero, también por ello, contradictorio. Con una economía que admite la iniciativa privada, la pública y la social, con todos los tironeos y riesgos que esto implica Naturalmente, hay un partido mayoritario que, de acuerdo con el principio democrático, gobierna. Pero las minorías tienen reconocimiento en el Poder Legislativo de acuerdo con su densidad y, en cuanto partes del Poder, son corresponsables y partes del Estado.
Ahora bien ¿esta democracia nuestra es acaso la democracia por excelencia? No pretendemos que así sea. Es una forma de practicar la democracia susceptible de perfeccionamiento y en proceso de transformación y enriquecimiento. En este espacio concreto y con la historia que hemos forjado y que nos ha forjado, si la democracia mexicana no es la democracia ideal es la forma conveniente, posible y realizable. ¿La prueba? Está a la vista de todos. La palabra democracia no alude sólo a una manera de gobernar sino a algo más importante: a la calidad, al talante de la vida. El hombre se enfrenta a su destino como interrogación abierta, como búsqueda incesante. La democracia es el ámbito más propicio para esa aventura.
La verdad no es, en una democracia, monopolio de un Estado ni de una casta omnisciente. Allí se reconoce que las verdades son múltiples y se las busca cada día en medio de contradicciones e inseguridades. Es ese desafío lo que humaniza al hombre. La democracia se vuelve, así, sinónimo de camino y de destino. Es difícil el camino de la democracia. Ha llenado desde hace mucho tiempo nuestros sueños. Ha germinado utopías que, al abandonar el "lugar inexistente" para encarnar en espacios y tiempos reales, la han traicionado más de una vez. Oscila, aquí y allá, entre la aspiración legítima y el mito. Pero nuestro oficio como estudiosos de la cosa pública no es el de profetas: nos corresponde apenas desmitificar, situar los hechos en sus dimensiones reales sin dejar por eso de advertir las grandes distancias que suelen mantener los hombres entre lo que sueñan y lo que hacen. (...) Discurrir y discutir con lucidez la naturaleza de la democracia es desplazar el ruido de la propaganda, de los dogmas y las ortodoxias, para crear un espacio de veracidad y de esperanza que es, justamente., el espacio democrático. (Como puede ver el lector, este texto de 1982 refiere al partido mayoritario, que entonces era el PRI. Han cambiado los papeles, pero los conceptos y reflexiones siguen vigentes. Anotemos también que, al año siguiente, en 1983, González Pedrero tuvo oportunidad de aplicar en la práctica, ya como gobernador, sus teorías. VMSL)