Le decía en una colaboración anterior que la Independencia en México sirvió para deshacerse de España y del tutelaje del emperador, y tener el control de la capital del país. Pero esto no sirvió para tener un modelo distinto de Nación, porque ahora hay un modelo francamente imperial impuesto por algunos mexicanos sobre otros mexicanos. El final de la etapa que llamamos Independencia no dejó a México en una buena posición frente a la competencia global. Desde mi perspectiva fue una primera oportunidad del quiebre del modelo que no se dio.
No puedo decir que no se luchó lo suficiente para lograrlo, no estuve ahí y ha de haber sido tétrico en extremo: torturas, asesinatos, fusilamientos y todo, seguramente lo trataron de hacer, pero su inmediata urgencia era la independencia a como diera lugar. Y no la independencia del país bajo un modelo democrático y no imperial. Entonces la lucha en aquel tiempo se planteó entre conservadores y liberales, pero esas fueron corrientes dentro del mismo Modelo Imperial. Estados Unidos sí tuvo el modelo democrático desde el inicio, desde que los puritanos arribaron a sus costas, y hubo un enfrentamiento entre los dos modelos, para la hegemonía de América del Norte.
Hemos señalado que México tenía la población, el ejército, y la economía mucho más grandes que EE UU en aquel tiempo, era la primera potencia en América.
Pero con nuestro Modelo Imperial tardamos sólo una generación en ceder la batuta de primera potencia a los estadounidenses, darle la mitad del territorio nacional, y además el sometimiento de nuestro modelito imperial y subdesarrollado al modelo democrático superior y desarrollado. No teníamos un modelo competitivo con ellos. Y eso se vio porque México no contó con un modelo competitivo en el militar.
Muchos connacionales aún no saben que Santa Anna pasó la línea de Coahuila a Texas, cuando Texas todavía era parte de México, con 8 mil soldados, y finalmente fue derrotado por sólo 900 granjeros quienes ni siquiera eran militares. Eran granjeros que se habían armado para defender a sus pueblos, y se habían agrupado alrededor del ex gobernador del estado de Tennessee, Sam Houston. Había una situación trágica del gobernador de Tennessee, quien vino a Texas hecho un hombre roto. Pero con esos 900 granjeros democráticos, derrotó al ejército del gran emperador de México, primera potencia hasta entonces de América, porque dicho Modelo Imperial no permitía la eficiencia necesaria para que nuestra nación fuera intacta, próspera y competitiva.
No podemos decir que no fuimos avisados del desastre que venía encima. Alexis de Tocqueville tuvo claridad sobre el asunto diez años antes de que ocurriera. Escribió: “Los habitantes de los Estados Unidos están permanentemente emigrando a Texas, donde compran terreno; y aunque se conforman a las leyes del país, están gradualmente estableciendo el imperio de su propio lenguaje y de sus propias maneras. La provincia de Texas es todavía parte de los dominios Mexicanos, pero pronto no va a contener Mexicanos; la misma cosa ha ocurrido dondequiera los Anglo-Americanos han llegado en contacto con un pueblo de un origen diferente”. (*)
Si no somos competitivos no sólo con EEUU, sino también con China, con Japón, la India, Alemania, con quien sea, no tenemos derecho a un buen nivel de vida. Y el problema es que nuestros gobernantes y políticos, nuestros funcionarios y jueces, nadie realmente quiere dejar el Modelo Imperial porque el político está muy cómodo y recibe todos los beneficios del modelo y se puede despachar con la cuchara grande él y sus privilegiados. El pueblo de México ha sido entrenado por siglos a correr tras el poderoso y esperar alguna solución de él, no de su propia mano y mente.
Político rico, país pobre. O como lo dijo Carlos Hank González: “Un político pobre es un pobre político.” Una manera de expresar lo que sintetiza la dramática realidad de México. (EL AUTOR ES DOCTORADO EN ECONOMÍA POR LA UNIVERSIDAD DE PENNSYLVANIA, 1971. COLABORADOR DE DIARIO PRESENTE *Se han suprimido las referencias bibliográficas para una fácil lectura, NE)