*Horas y caprichos: mitologías perdidas del presidencialismo clásico
*Complejidad mexicana: ¿presidente, caudillo, estadista o florero?
*Democracia y poder presidencial, frente a los otros poderes
DELIMITACIÓN INDISPENSABLE: poder presidencial no es poder dictatorial. O no debería serlo, aunque algunas veces lo ha sido en México en una expresión de autoritarismo. Porfirio Díaz estuvo 30 años aferrado a ese poder. Antonio López de Santa Anna, 11 veces ´Presidente´ y organizador de revueltas, terminó como ´Alteza Serenísima´. El General sonorense Álvaro Obregón fue Presidente de 1920 a 1924, descansó un periodo, se reeligió para un segundo mandato en 1928 y fue asesinado. Otro sonorense, Plutarco Elías Calles, estableció el Maximato que rompió Lázaro Cárdenas en 1934.
Vivimos tiempos en que nuevamente diversos grupos están enfrascados en la lucha por ocupar el sitio que dejará Andrés Manuel López Obrador, uno de los presidentes con mayor ejercicio del poder concentrado y casi omnipresente. La novedad es que quien lo relevará es una mujer, por primera vez en la historia. Sin embargo, en el camino tendrá que irse construyendo una nueva presidencia, con características propias, pero enfrentando las presiones y amagos de fuerzas internas y externas, de aliados y adversarios.
Vemos ahora con Claudia Sheinbaum: mientras construye acuerdos en todo el país, un día sí y otro también grupos de interés buscan minar su liderazgo. Algunos aun no digieren los resultados de la encuesta de Morena, otros porque tienen proyectos opuestos. Lo propio ocurre en el terreno de Xóchitl Gálvez aunque con menor intensidad y más bien sujeta a las cúpulas de los tres partidos que la postulan, con un largo historial, y un poderoso segmento de los empresarios.
ESA VIEJA COSTUMBRE
TENEMO un peso del pasado. Lo delicado del caso mexicano: por historia, aclamación y costumbre, se le atribuyen al Presidente (en el futuro una Jefa del Ejecutivo) facultades extralegales (autoritarias) que se asemejan a las que se otorgan a sí mismos los dictadores. La cultura que arropa al poder presidencial viene de lejos: el Tlatoani prehispánico, el comendador español de la Colonia, con poder pleno y uso/abuso. El arraigo de modelos autoritarios atraviesa épocas: el hacendado, el cacique regional, el líder sindical charro, forman parte de esa cultura autoritaria que es costra pegajosa en el cuerpo de México.
En una república, el Poder Ejecutivo tiene funciones y límites constitucionales, igual que los poderes Legislativo y Judicial. Existe, en teoría, vigilancia mutua y autonomía decisoria. Cuando se rompe el pacto democrático y republicano, aparecen los dictadores. Adolfo Hitler llegó democráticamente al poder en Alemania y después canceló libertades fundamentales.
Para complicar el análisis del poder presidencial en México, ´caudillo´ es concepto que profundiza el equívoco entre poder presidencial y poder dictatorial. En América Latina existe la tradición del ´hombre fuerte´ que, de manera autoritaria y paternalista, encarna anhelos sociales igualitarios, lo que llega a ser un lastre para el desarrollo democrático de los pueblos. Existe otro concepto de ciencias sociales para oponer al de caudillo: estadista. Lo que ocurre en realidad es combinación accidentada entre presidente, caudillo y estadista, todo en la misma biografía. Personalidades que cambian con el paso del tiempo y que así confunden a la historia y a los historiadores.
A la hora de evaluar el peso histórico del presidente Andrés Manuel López Obrador, tendrá que medirse su lucha contra la cultura política con reflejos autoritarios. No es poca cosa, en la historia de México, usar el poder presidencial para enfrentar poderes fácticos y las inercias institucionales simuladoras y autoritarias.
PERSONAL Y GRUPAL
DIFERENCIA BÁSICA: el Poder Ejecutivo de la Nación se deposita en un individuo. Los poderes legislativo y judicial, en grupos de individuos. Esta diferencia de representación (personal versus grupal) es fundamental para explicar la preponderancia del cargo de Presidente de la República. Sin embargo, esa misma preponderancia (de un individuo) genera malentendidos en el ejercicio del poder y quizás atribuciones excesivas de influencia. El Presidente pregunta ¿qué horas son? y obtiene por respuesta: "las que usted quiera". Muchos políticos creen ese tipo de historias a pie juntillas: que el poder presidencial rebasa cualquier límite. Incluso el tiempo tiene que plegarse a él.
Rasgo innegable del poder presidencial es su grado de resonancia y la personalización del mismo, con las consecuencias políticas resultantes. Hay estudios ilustres: El estilo personal de gobernar (Daniel Cosío Villegas), País de un solo hombre (Enrique González Pedrero), La presidencia imperial (Enrique Krauze), El verdadero Díaz y la revolución (Francisco Bulnes), De Díaz a Madero (Friedrich Katz). Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana (Fernando Benítez), Liberalismo autoritario (Lorenzo Meyer). Y muchos más, como los habrá porque el presidencialismo resiste al empuje democrático.
AL MARGEN
LA DIRIGENCIA nacional de Morena decidió ampliar a entre 6 y 8la lista de los nombres de quienes estarán en la encuesta final. Me parece que esta decisión puso más leña al fuego de la inconformidad. Qué tiempos en los que la oposición de izquierda batallaba por encontrar candidatos. Pero entonces aunque perdiera ganaba, ahora puede perder ganando.
( vmsamano@hotmail.com)