El 2020 ha sido un año terriblemente perjudicial para todo el mundo. La pandemia del coronavirus ha sido letal para la salud y la economía de todos los países. Los gobiernos respectivos se han esforzado por responder con oportunidad y eficiencia al inédito desafío que puso en evidencia las enormes desigualdades económicas y sociales, así como el deficiente sistema de salud y de protección social.
Desconocimiento, desesperación y un gran temor se mezclaron con una débil arquitectura del sector salud para combatir la catástrofe producida por la Covid-19 en la mayoría de los países, sobre todo en los más pobres el planeta.
El desbordamiento de los hospitales en algunos países y el inevitable confinamiento que paró las actividades económicas no esenciales ha traído consigo desempleo, pobreza y hambre en amplias franjas de la sociedad, alimentando una larga pesadilla que amenaza con despertarnos en una crisis de gobernabilidad.
Una de las tareas principales de los gobernantes es impulsar una sinergia que produzca efectos positivos en el conjunto de la sociedad. Las voces de alerta para orientar el comportamiento social ante la pandemia deben de conjugarse con la motivación para salir adelante de situaciones catastróficas, a fin de que los grupos más golpeados no pierdan el ánimo y la esperanza para luchar por los cambios que la oscura realidad exige para ver un nuevo día.
El rebrote o repunte del coronavirus viene a complicar aún más la situación. Por más que los gobiernos se aplican para evitar contagios y decesos, mucha gente no acaba de comprender la gravedad del asunto. Y peor cuando se convierte en un asunto político que confronta posiciones en lugar de buscar las convergencias que cohesionen a la sociedad para enfrentar con mayores posibilidades de éxito este histórico desafío.
Aprovecharse de los efectos destructivos de la pandemia para llevar agua a su molino atacando indiscriminadamente al presidente AMLO, hace ver a sus antagonistas conservadores desesperados por recuperar sus privilegios.
Los factores que se han combinado para que México registre una de las tasas de decesos por Covid-19 más alta del planeta, tienen que ver con las malas condiciones en que se recibió el sector salud (sin infraestructura, equipo médico, medicinas, especialistas, etc.); con las dificultades propias de etapa de transición (del seguro popular al INSABI); con el desconocimiento del letal coronavirus y con los errores que se han cometido para combatirlo.
Poner el acento en las decisiones del gobierno federal para superar las crisis sanitaria y económica, no hace más que eludir el razonamiento lógico que explique con mayor certeza el por qué hoy México registra un millón 250 mil contagios y 113 mil 953 decesos por Covid-19.
Sin duda fallaron los pronósticos de las autoridades y lo único que hacen los conservadores es regodearse con estos datos para explotar las emociones, los sentimientos de una sociedad que se encuentra temerosa, angustiada y depresiva, sin mencionar las causas de fondo que podrían dar una explicación más razonable como la limitada preparación y la crisis permanente del sistema de salud y no solo la reducida aplicación de pruebas del Covid-19 y el uso del cubrebocas.
De las innumerables críticas que se han hecho al presidente AMLO y al responsable del manejo de la pandemia Hugo López-Gatell, ¿cuántas realmente se hacen con conocimiento de causa?, ¿con qué experiencia se argumenta en un tema tan complejo?
Aún no llegan las vacunas, pero las críticas sobre el tema se han disparado, hasta por la vía del payaso Brozo el tenebroso, se difunde la idea de que las vacunas van a tener un uso electoral favorable a Morena.
Sobre el momento apropiado para abrir las actividades económicas y evitar una recesión mayor, cada gobierno tomó sus riesgos con el consecuente rebrote o repunte de los contagios que se ha generado en la mayoría de los países, lo que implica volver a cerrar la economía como ya sucedió en Alemania para lo que resta del año. Optar por dejar que la gente se muera por Covid-19 o por hambre, es una decisión muy compleja.
En México, si bien la reactivación económica ha generado alrededor de la mitad de los empleos formales perdidos durante el confinamiento, el repunte de los contagios amenaza con desbordar la ocupación hospitalaria, provocando que las autoridades reestablezcan ciertas restricciones para evitar un nuevo cierre de actividades económicas.
A casi 10 meses de su aparición en el país la pandemia crece con renovados bríos. La decisión de un nuevo confinamiento está a la vuelta de la esquina, lo que traería consigo aplazar la reactivación económica e intensificar las tensiones sociales.
Sin embargo, la estrategia implementada por el presidente AMLO de apoyar a los grupos más vulnerables de la población y no endeudar al país, está funcionando como amortiguador para evitar protestas e inconformidades mayores, en lo que la vacuna hace su tarea para recuperar la normalidad post pandemia.