A muchos les toca la vuelta a la realidad en estos días, al resto ya desde antes se habían visto en la necesidad de continuar trabajando a pesar de los festivos, y nos toca reincorporarnos en un 2024 que pinta intenso e interesante, con nuevos propósitos (¿o serán los mismos?) bajo el brazo.
Es un año de disputas electorales y renovación al interior de las instituciones, que desde luego vienen acompañadas de una apasionada lucha por parte de los más diversos actores políticos. Los mexicanos enfrentamos diversos desafíos en este contexto en el que somos convocados a las urnas, en la contienda electoral lo que los ciudadanos vamos a decidir es si habrá continuidad, o bien, se definirá qué términos se darían los cambios.
Como si la contienda electoral no fuera de por sí compleja, resulta que hay otros actores y factores a tomar en cuenta como lo son, por desgracia, la delincuencia organizada y no tan organizada, así como dinámicas tan internacionales como la crisis climática y la migración. Todos estos son temas que, en su momento, deberían formar parte del debate. Desde luego que todos hemos de poner de nuestra parte para que el proceso electoral se desarrolle sin ningún tipo de violencia o presión.
Después de haber vivido serias turbulencias en lo económico y lo social en los últimos años, quizá la naturaleza de este 2024 pueda servirnos de invitación para comprometernos más allá de nosotros mismos. Sin restarle importancia a nuestros propósitos individuales, tal vez uno de ellos deba ser una especie de compromiso cívico, la intención de seguir con interés honesto los asuntos que son de interés público. A pesar de que hay personas a las que todo lo que tiene que ver con política les repugna o les abruma, quienes deciden dar la espalda al mundo en su comodidad son también corresponsables de la realidad de la que, a menudo, se quejan.
Sobre las elecciones y los procesos democráticos se han escrito ríos de tinta, y se seguirán escribiendo, porque más que un simple asunto de urnas y boletas, son un instrumento social que se implementa como solución para que entre amplios grupos de población se construyan los acuerdos necesarios para que haya condiciones suficientes de gobernabilidad. Más allá del acto de depositar un voto, la participación de la ciudadanía tiene que extenderse a otras actividades, áreas y momentos para que se cumplan cabalmente las funciones que deben cumplir los gobiernos.
Sin embargo, para que la democracia funcione debe haber ciertos niveles de confianza en las instituciones y de la sociedad misma en sí como fuente primera de la soberanía. Idealmente, los ciudadanos debemos ser conscientes de que existen otras opiniones distintas a las nuestras y actuar en consecuencia de la mejor forma, identificando cuáles son nuestros intereses y los de los otros, asumir que existen muchas otras experiencias de vida y formas de pensar. Así, estaríamos en condiciones de elevar los niveles del debate público e intentar entender a los demás, tanto a quienes estén en mejor, peor o aparentemente igual situación material que nosotros.
Entender a alguien no significa estar de acuerdo con esa persona, si no tener la apertura de escuchar sus argumentos, comprender el sentido o tal vez hasta el origen de esos argumentos. Por esto necesitamos cultivar las artes de escuchar y discutir. De hacerlo con base en argumentos y no con falacias. Muchas personas simplemente se niegan a hacerlo, pero es sano cuestionarnos incluso los motivos por los cuales tenemos las opiniones que tenemos.
¿Vale la pena? Habría que verlo, no como una concesión bondadosa, sino como una pequeña inversión personal con el propósito de contribuir al diálogo para construir lo que se conoce como el bien común. Darnos cuenta de que el bien común seguramente no será lo más cómodo, lo más fácil, tal vez no necesariamente es lo que más queremos, o lo que nos conviene personalmente en un punto dado en lo más inmediato. El bien común es un concepto, un ideal que para llegar a materializarse requiere del esfuerzo de generar y respetar los acuerdos, las decisiones que debemos tomar en un entorno tan desafiante como el que tenemos.