Ayer el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, cumplió 90 años en la historia del país; su trabajo político, su ejercicio del poder. Llega en condiciones nunca visto en su historia. En la pasada elección federal tuvo que recurrir a un candidato al principal puesto de elección popular que no militaba en sus filas. La situación al interior es preocupante.
El descredito en la que cayó el otrora partidazo es admitido por ellos mismos. La corrupción, el despilfarro de los recursos públicos y una lista de violaciones graves a los derechos humanos le fueron cobrados en las urnas el pasado primero de julio cuando un nuevo partido de izquierda ganó la mayoría de todos los puestos de elección popular que estaban en juego. El voto del hartazgo, se dijo.
El triunfador absoluto de las pasadas elección llegó a Palacio Nacional con la medicina política que prometía acabar con la corrupción, cero tolerancia; contra el derroche insultante la austeridad.
Muchos de los líderes y militantes tricolores empezaron a abandonar el barco desde el año 2012 cuando se empezaron a dar cuenta de que los puestos seguros a ganar eran acaparados por los grupos más fuertes cercanos a la cúpula. Se discutió si era problema de lealtades o de pérdida de principios.
Para sobrevivir se sumaron a otros partidos con los que no comulgaban ideológicamente, pero que les abrió la puerta y hasta candidaturas se les ofreció.
La posición que tomó el actual presidente de México en la última elección ayudó a que se diera una desbandada de militantes no sólo del PRI, también de otros partidos que se sumaron a Morena ante el llamado general del tabasqueño para “recuperar a México entre todos”.
Pocos son los que han creído en un supuesto cambio de actitudes de quienes hicieron toda su vida dentro del PRI. Pero también existe una especie de identidad en un sector convencido del nacionalismo originario.
Hasta ahora no hay un señalamiento contundente que pueda hablar de actos de corrupción dentro de los que ocupan algún puesto en las administraciones públicas federal, estatal o municipal.
Fuentes públicas señalan que en Tabasco la directiva del PRI ha tenido que vender algunos de sus activos para solventar sus pendientes administrativos y se ha despedido personal. La crisis se apoderó del PRI tabasqueño desde que perdió la gubernatura en el año 2012.
Es en estas condiciones que varios militantes están buscando llegar a la dirigencia nacional y local para ver qué pueden hacer con lo que aún queda de este instituto. Hay bases, hay dirigencias, pero dispersas.
Atrás quedaron, por el momento, las masivas concentraciones del tricolor en las plazas públicas. Los debates han sido en la mayoría de los casos a puerta cerrada. Recientemente una asamblea interna resolvió abrir a sus bases la consulta para la nueva dirigencia. Tienen que reorganizarse y ofrecer un nuevo rostro hacia las elecciones intermedias del 2021.
No la tiene fácil el tricolor. A pesar de que públicamente se han disculpado sus militantes por los errores del pasado, la circunstancia es compleja.
Sus representantes parlamentarios en su papel de contrapeso del nuevo gobierno es poco lo que pueden hacer y se suman a los acuerdos de las mayorías. La imagen es importante para demostrar que están trabajando a favor del país. Buscan mostrarse como una oposición propositiva, aunque en el fondo no compartan las decisiones del nuevo gobierno que conserva una avasalladora ventaja. Hasta ahora.
Dicen sus críticos que solo un milagro puede salvar al PRI de su extinción. Ante la alta aceptación que tiene Morena, gracias al trabajo realizado por Andrés Manuel López Obrador, la tarea del tricolor es más difícil.
Saben, sin embargo, que no hay victorias inmutables ni derrotas que sean para siempre. Conocen por experiencia propia que el ejercicio del poder desgasta; pero también se han de poner a prueba como oposición.
Dijo alguna vez un experimentado político: al PRI quítale dinero y pierde, a la oposición dale dinero y pierda. Veremos qué tan válida es una fórmula contraria, veremos si en el PRI la falta de dinero los fortalece.
SUMAS Y RESTAS
“Nosotros no vamos a ser ni egoístas, ni envidiosos, ni malos tabasqueños; vamos a generar las condiciones para que la empresa (Pemex) pueda estar por muchos años más aquí en el estado”, afirmó el gobernador Adán Augusto López Hernández de gira por Huimanguillo. Confió que son tiempos de una nueva relación y más positiva para Tabasco con la industria petrolera. Reconoció la disposición y compromiso de la nueva dirección de la petrolera encabezada por Octavio Romero Oropeza. Fueron entregadas unas patrullas donadas por Pemex para la seguridad en el municipio fronterizo con Veracruz.