Ese virus minúsculo, silencioso, traicionero y bien conformado para causar miedo, ha encontrado la manera de colorear de pánico los rostros de las personas y exterminar a quien se le ponga enfrente. Es preocupante enterarse cada día –sin menospreciar a otras víctimas que bajo su poder han caído– que el personal de los hospitales públicos, pero sobre todo el médico y la enfermera quienes están en contacto directo con los pacientes infectados, críticos, graves, intubados, en las terapias intensivas, se estén poniendo en riesgo por las raquíticas y desnutridas medidas de protección que se le proporcionan a goteo, ¿hasta eso se tiene que cuidar en épocas “de austeridad”?
Cuando por primera vez entra el médico a un quirófano como ayudante de un procedimiento quirúrgico, tan solo con bajar las manos por debajo de la cintura, las “jefas” como les decimos respetuosamente a las enfermeras encargadas de los quirófanos, dicen: “–Doctor, se vuelve a lavar, ya se contaminó” ... y pues son las “jefas”, a lavarse. La disciplina es la disciplina, pasa lo mismo cuando ya con guantes quirúrgicos calzados, por descuido tocas algo que se encuentra por fuera del área quirúrgica o se te rompen los guantes, inmediatamente se pide el cambio, todo con la finalidad de cuidar a nuestro paciente de alguna infección, y eso ocurre de generación en generación.
Hoy día existen variados protocolos de desinfección de áreas contaminadas en hospitales, cubículos de aislamiento para pacientes infectocontagiosos o inmunodeprimidos, rutas de recorrido de personal y para transporte de los RPBI (Residuos Peligrosos Biológico-Infeccioso) y otros materiales, así como procesos ya estandarizados de supervisión que se llevan a cabo en los hospitales, todo con la finalidad de evitar infecciones nosocomiales (infecciones adquiridas en los hospitales) a los pacientes pero también al personal de las unidades médicas, sin embargo se aplican las medidas la mayoría de las veces y tal vez de forma inconsciente, única y exclusivamente para la protección de los pacientes.
En la fase tres de esta pandemia, con toda la información existente en los medios de comunicación, podemos ver que eminentes profesionales de la salud están siendo víctimas y la morbilidad/mortalidad aumenta día con día en este tan importante gremio.
Ha sido necesario en esta lucha para la que nadie estaba preparado, solicitar lo que hace falta, protección sobre todo, pero ante la poca respuesta de las autoridades, está surgiendo una voz que se escucha fuerte, desesperada, angustiada, esa que sale del dolor, del sufrimiento, la del personal sanitario de México que hoy lucha contra el Covid-19, se está uniendo y grita, pero a pesar de ello, ese grito es mudo ante los oídos de los políticos y de las autoridades de salud, ¿es posible que cuando el Sr. presidente dijo: “esta pandemia nos vino como anillo al dedo” se refería, entre otras cosas, a la indiferencia que muestra al personal médico de México y quiere que esta parte blanca en la república se acabe? Los médicos de México vestimos de blanco, pero no somos un elefante blanco y tampoco estamos reumáticos, los médicos de México solo necesitamos apoyo, insumos, protección, sin escatimar recursos para esto que en realidad vale mucho y más que cualquier otra prioridad. El Covid-19 no se alivia y mucho menos se doma con “curitas”, hasta este momento no se ve el apoyo por ninguna parte, aunque se diga que llegan aviones procedentes de China cargados con toneladas de material médico, lo que sí se observa cada día son las manifestaciones de personal de salud pidiendo equipo de protección y casi siempre son callados. Mi esperanza en estos momentos se derrumba, a los que más debemos cuidar en este tiempo, la gente los agrede y el gobierno, el gobierno en lo suyo.
Algunas áreas en los hospitales están más protegidas del coronavirus que otras y así debe ser, pero muchos de los pacientes no saben lo que significa “atención para pacientes respiratorios” o qué es un hospital Covid, ellos únicamente ven un hospital y entran buscando atención, es necesario –nuevamente lo digo– que no escatimemos recursos y que se dote a todo el personal de la salud con material apropiado y seguro, en esta fase nadie sabe quién es portador o no y todos estamos expuestos y con mucha más razón los que están dentro del perímetro de cada nosocomio.
Pido hoy a las “jefas” den un giro a eso que saben hacer y lo hacen muy bien, que ese giro sirva ahora para cuidar al personal de salud, ellos están gritando, ellos están muriendo: desde el vigilante de la entrada, las recepcionistas, la enfermera que canaliza y toma los signos vitales, quien toma la radiografía, las muestras para laboratorio, el que transporta, el que hace el aseo, el que aplica los medicamentos, el que intuba, los intensivistas, todos los médicos, los de cocina, los de lavandería, el que amortaja, los trabajadores sociales, los cuerpos de gobierno, cuidarlos del Covid-19, para que todos realicen su trabajo sin errores desde la colocación correcta de sus uniformes, ya que es un paso que, si no se realiza en forma adecuada, puede costar la vida. “Jefas”: La disciplina es la disciplina y ustedes pueden.
El personal de la salud en este tiempo no debe ser el más desprotegido, el discriminado, el más vulnerable ante la pandemia, una sencilla operación matemática nos dice el porcentaje del personal sanitario que ante la lucha que hoy enfrenta ha perdido su salud, quince por ciento y otro tanto, hasta la vida y los directivos, los gobiernos, siguen con los ojos cubiertos con sus N-95. ¡Ya basta! en todas las guerras del mundo los gobiernos y los organismos internacionales buscan que el personal que atiende a los heridos tenga protección y en esta guerra que hoy se enfrenta, nuestro gobierno prefiere otras cosas antes que salvar una vida, la vida de un médico, la de una enfermera, vidas que están llenas de ilusiones, de esperanzas, de experiencia médica rica que jamás se podrán recuperar.
Es triste enterarse por las redes sociales que hay otra víctima de bata blanca y luego el sentido pésame acompañado de una rosa roja colocada sobre la bata humedecida de lágrimas de compañeros y familiares dando el último adiós y un descansa en paz, querido colega. ¡Ya basta! (“Cuadernos de la Pandemia”, un especial que se publica en la Ciudad de Oaxaca).