El Día Mundial del Medio Ambiente tiene su origen en la Conferencia de las Naciones Unidad sobre el Medio Humano en Estocolmo, 1972. Suecia, impulsor de la iniciativa, observaba la degradación de los recursos del planeta, advirtiendo su impacto sobre nuestra calidad de vida y supervivencia. A pesar de las promesas, medidas y tratados internacionales firmados desde el 5 de junio de 1973 ante la ONU para garantizar nuestro derecho a un medio ambiente sano, hoy estamos peor que hace 50 años. Hemos fracasado como civilización para mejorar las condiciones ambientales y climáticas, y gradualmente empeoramos.
Sufrimos las consecuencias debido a la negligencia de la élite económica, política y sociocultural que gobierna en el mundo; y al consumismo, comodidad y desarrollo no-sostenibles. Como jinetes apocalípticos, el calentamiento global, el ecocidio y la contaminación cabalgan veloz. Esta triple crisis planetaria parece no preocuparnos, y con las últimas olas de calor infernales sobre casi 2 tercios de la humanidad, el síndrome de la rana hervida ya se siente cerca. Después de casi un 1 millón de años de existencia humana, la población mundial se ha duplicado en el último siglo, rebasando ya los 8 mil millones de personas.
Tan solo la ciudad de Villahermosa conurbada, ha pasado de 100 mil habitantes en 1970 a casi 1 millón en la próxima Intercensal de 2025. Millones de consumidores en cualquier coordenada e instante del planeta, demandando cada vez más bienes, productos y servicios para poseer, disfrutar y vivir en una sociedad voraz, hacinada, acelerada, desaseada y egoísta.
Las olas de calor siguen golpeado y todavía faltan unas semanas para que termine la primavera y llegue el verano con su canícula. México aún resiente la tercera ola de calor del año, y aunque llegaron las tan esperadas, pero escasas lluvias de mayo, todavía las temperaturas son altas y hasta extremas en el país. El Sureste mantiene máximos cercanos a los 45º C y la sensación térmica ronda los 50. La Secretaría de Salud reportó más de 60 decesos a causa del calor extremo, casi la mitad entre Veracruz y Tabasco. Pero podrían rebasar la centena y enfilarse hacia los 400 de 2023, ya que las altas temperaturas también incrementan el riesgo de muerte en pacientes con enfermedades crónicas, cardiovasculares y cáncer. Sin menor importancia, también han muerto no menos de 200 primates en Tabasco, y sumarían en conjunto cerca del millar en todo el Sureste, como lo publican National Geographic y organizaciones civiles. Y qué decir de casi toda nuestra selva, ecosistemas y cuerpos lagunares destruidos, invadidos y contaminados con la opacidad, complicidad y negligencia de autoridades y nosotros mismos. Junio y julio traerían un posible descenso de temperaturas y alivio con algunas lluvias típicas, pero ya es una realidad científica que ambientes más cálidos y extremos serán nuestro presente y futuro. Cada día que pasa se pierde la oportunidad y la capacidad para revertir el daño hecho al medio ambiente en tan poco tiempo.
Pareciera que la primavera fue menos generosa y lo mejor llegaría con un verano menos cálido y sus lluvias. Aunque renacerá otra bestia conocida, la temporada de huracanes que inicia en junio. Se pronostican unos 40 ciclones entre el Atlántico y el Pacifico, se gestarían hasta 10 huracanes de categorías 3 a 5 que podrían impactar desde ambos océanos. Y es que la fuente de energía de los huracanes es el calor del océano y la humedad de la atmósfera, alterados por el calentamiento global. Sin vegetación, ecosistemas, causes y cuerpos de agua naturales ni selvas que los contengan el impacto será mucho mayor sobre la infraestructura y comunicación de pueblos y ciudades sin planeación ni orden, hacinadas, contaminadas y atascadas de basura.
El destino de la humanidad parece una visión de ranas hervidas, sobre un torrente de aguas contaminadas cruzando un desolado desierto dentro de aquella hermosa canica azul que hacía menos solitario el espacio. ( drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)