Soy un hombre muy afortunado. Tengo la más bella y dulce de las compañeras, y complacerla, verla feliz, es lo que más me hace dichoso. Como Marta disfruta mucho su religión, hemos tenido la oportunidad de visitar juntos lugares como la antigua Nicea, cuna del primer Concilio de la Cristiandad, que creó el Credo Niceno base de la religión hasta la fecha.
Nicea es una ciudad de la antigua anatolia, fundada en el 316 AC. Tiempo antes, Bizas, fundó otra ciudad, su ciudad epónima de Bizancio en el 657 AC, a orillas del mar de Mármara y al inicio del Bósforo. Con la dominación romana, Bizancio se convirtió en la capital oriente del imperio romano en 324 DC y Constantino el Grande le impuso su nombre para llamarla Constantinopla, a partir del 330 DC.
Nicea antes había sido capital temporal del Imperio Bizantino, y Constantino, al imponer la nueva religión cristiana, convocó para que se realizara en Nicea el concilio del que surgió el Credo Niceno, base de la religión hasta la fechas.
En este primer concilio de la cristiandad, se condenó el arrianismo como herejía, ya que esta doctrina de Arrio, aceptaba a Cristo como hijo de la divinidad, pero de naturaleza humana. El credo Niceno, establece la naturaleza divina de Cristo, y Arrio murió envenenado.
Con la caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos en 1453, cambió su nombre por la actual Estambul, y Nicea se convirtió en la hoy Iznik. Nuevos nombres para estas poblaciones.
Hace algunos años recorrimos Grecia, Bulgaria y Turquía. En este último país estuvimos 16 días, para mí inolvidables. Encontramos un pueblo con una economía pujante, ciudades muy limpias, y ciudadanos trabajadores, honestos, educados y orgullosos de su cultura. Cuando se me olvidaba recoger un cambio, me llamaban para entregármelo y cuando subíamos al metro o a un tranvía lleno, inmediatamente había jóvenes que se paraban y nos ofrecían sus asientos.
Entre los lugares visitados, fuimos a la actual Iznik y Marta pudo contemplar los sitios en que se realizó el Concilio de Nicea, primero de la cristiandad, donde se promulgó el Credo Niceno, que da sustento a e la religión, hasta la fecha
Pero lo principal de este viaje fueron Atenas y la espléndida ciudad de Estambul, navegar en el mar de Mármara, y el Bósforo , salpicado de palacios y fortalezas, hasta el mar Negro, el cuerno de oro, con su suntuoso puente de Gálata con restaurantes y barandales llenos de gente pescando.
La imponente Basílica de Santa Sofía, la bellísima Mezquita del Sultán Ameth o Mezquita Azul, con sus seis minaretes, que provocó que a la Mezquita de la Kaaba en la Meca le agregaran un séptimo minarete para que no fuera superada. No menos impactante fue la Mezquita de Solimán, que visitamos acompañado de un maestro emérito de la Universidad de Estambul.
Estábamos alojados en un hotel boutique contra esquina de la Mezquita Azul, y al fondo del parque con el obelisco, Santa Sofía y enseguida el enorme palacio Topkapi de los sultanes con su museo, joyas y lo que fue el harem. Pero Estambul es mucho más que eso.
Visitar alguna las principescas 60 cisternas con reserva de agua dulce para el caso de que la ciudad amurallada fuera asediada, y cortaran el agua que llegaba por un imponente y enorme acueducto, conocer los servicios de algunos de los viejos baños turcos, y recorrer el gigantesco Gran Bazar o el Bazar Egipcio con sus especias.
Visitar una y otra vez la zona de los europeos, el barrio Taksim, subir a la Torre Gálata, asistir a un restaurante con una ceremonia de los derviches, una secta religiosa musulmana de carácter ascético que realiza una famosa e impresionante danza, o cenar en otro restaurante con la emblemática danza de vientre, allí nos asignaron una mesa frente al escenario y como dijimos que éramos mexicanos nos pusieron un pequeño florero con una bandera turca y otra mexicana y al final de la explosiva danza, la bailarina nos sorprendió al ir a abrazarnos para una foto.
Una anécdota de este viaje fue en la administración del hotel, cuando el recepcionista me pregunto, -usted Ferdusi? Y al contestarle que sí, el me contesto –yo, Ferdusi. Y efectivamente, tuve que viajar a la frontera de Europa con Asia para encontrarme un tocayo.
Y algo especial que habla de la seguridad y sentido práctico en Turquía, lo viví con los cajeros automáticos. En plena avenida, a una cuadra de mi hotel, donde tomaba el tranvía, en la banqueta y sin caseta ni puertas, los cajeros automáticos. Varias veces saqué efectivo, con la singularidad de que al introducir la tarjeta aparecía una pantalla con un menú de idiomas a utilizar, marcaba cualquiera, y me aparecía otra pantalla con las opciones de cuanto desea?, marcaba una cantidad y se me entregaba el efectivo. En nuestro México super resguardados y con un menú de 15 o más pasos. Todo lo tenemos que hacer más difícil.
Estambul es la única ciudad asentada en dos continentes. Europa y Asia los divide el Bósforo, atravesado por dos gigantescos puentes como el de San Francisco. Una noche cenamos del lado asiático, en la casa de un Cónsul que nos atendió y ante una espléndida vista nocturna de Estambul.
Vale la pena viajar, es uno de los objetivos de la vida y lo único que al final del camino nos podemos llevar. Así, que a hacer maletas queridos amigos.