Si bien el primer debate presidencial resultó decepcionante para la mayoría de la población, varios hechos indican que, entre las fuerzas políticas y sociales, el intercambio sí tuvo efectos. Los más importantes actores políticos y sociales han empezado a actuar y mover sus fichas. El contexto político está siendo, así, reconfigurado por cada una de las diferentes fuerzas participantes.
La forma en la que el Poder Judicial está siendo puesto en escena con el objetivo de terminar por desprestigiarlo y poder, así, conseguir la fuerza necesaria para posteriormente someterlo vía legislación no es entendible a cabalidad sino en este contexto de reconfiguración política.
Es, sin embargo, el acercamiento de Claudia Sheinbaum con grupos empresariales, ocurridos esta semana, lo que más llama la atención y cuya lectura nos posibilita acercarnos al juego de fuerzas dentro del grupo oficial. ¿La interpretación que en Palacio recibió la pretendida victoria de Claudia fue diferente a la que recibió en el cuarto de guerra de la candidata? Si es cierto que ella adquirió nueva fuerza tras el debate ¿el presidente empieza a temer el desmarque de quien siempre ha considerado su pupila? ¿Ella empieza a evaluar sus posibilidades de independencia? No está claro si, efectivamente, el pretendido empoderamiento está produciendo divisiones internas, pero parecerían insinuarse a través de las claves de estas reuniones con empresarios.
A pesar de que anteriormente Claudia se había rehusado a conversar con las élites empresariales, debido a que no estaba dispuesta a recibir y responder preguntas del sector, esta semana acudió a dos eventos, en la ciudad de México y en Mérida, en los que ofreció a los principales líderes de la iniciativa privada esbozos de las políticas económicas que tiene en mente. En sus intervenciones, los representantes de las principales cámaras industriales y empresariales ofrecieron un diagnóstico de la situación del sector que, a pesar de las sutilezas discursivas a las que recurrieron, contradijo la versión oficial. Entre otras cosas, pidieron a Claudia que, en caso de que alcance la presidencia, abandone la práctica de repartir culpas, ofrezca certidumbre para la inversión, además de que realice esfuerzos por unir al país para trabajar en pro de la seguridad y en contra de la impunidad. Pidieron, también, seguridad en las carreteras, mejorar sustantivamente la educación y promover la producción de energías limpias. El presidente de la Cámara Americana de Comercio le pidió que México se presente con "la tarea hecha" en 2026, momento en el que los tres países revisarán el T-MEC.
"Hay mucho por hacer" dijo Claudia, luego de repetir las defensas de las políticas de la presente administración y expuso proyectos con el aparente objetivo de calmar los ánimos de sus anfitriones. Habló de la intención de crear cien nuevos parques industriales ordenados y vinculados a carreteras, ferrocarriles y puertos, con el ánimo de incrementar el comercio con los Estados Unidos. Nunca se escuchó a López Obrador hablar de políticas integrales de industrialización; esto debe haber llamado la atención de los asistentes. Uno de sus equipos, dijo, trabaja ya en el proyecto que México presentará para la renovación del tratado con Estados Unidos y Canadá. A los empresarios yucatecos les mencionó que planea una inversión superior a los trece mil millones de dólares en energías renovables, cifra que triplicaría la inversión de este gobierno en el rubro. Esto significa que planearía conducir la política energética por un nuevo rumbo.
Claudia no fue interrumpida por aplausos. Sólo hasta el final de su presentación, los asistentes expresaron su beneplácito. Analistas económicos informaron que a las reuniones sólo asistieron dirigentes de las organizaciones empresariales, pero no los empresarios más importantes y acaudalados del país. Al decir de ellos, el encuentro en la Ciudad de México no tuvo la concurrencia que sus organizadores esperaban. ¿Cómo habrán sido acogidas las propuestas de Sheinbaum? Difícil saberlo. La parquedad puede ser interpretada, sin embargo, como muestra de no plena confianza. Sobre todo, porque el mensaje prospectivo fue expresado luego de que la candidata hablara de mantener la austeridad republicana, así como la política fiscal del actual gobierno y le hiciera ver a su audiencia que los dos pilares de su gobierno serían vínculos con la iniciativa privada, pero ligados al bienestar de la gente. Habló, además, de reformas a la ley del INFONAVIT, lo que podría prestarse a la interpretación de que ciertamente tiene en mente modificar el derecho a la propiedad habitacional, tal como lo han hecho ver múltiples versiones que han circulado recientemente en las redes sociales. Por si fuera poco, días antes, dijo que buscará retener a Rogelio Ramírez como secretario de Hacienda. Es decir, refrendó su proyecto de ser "el segundo piso" de la llamada transformación.
En la misma presentación, Claudia envió mensajes a Palacio, pero también a las élites que no han tenido una convivencia muy amigable con el presidente. ¿Habrá recibido la bendición paterna Claudia? ¿Buscó el acercamiento, así vago y contradictorio, con el empresariado reconociendo que su participación es vital si pretende recomponer el camino del país? ¿Es Rogelio Ramírez imposición de Palacio? Resulta difícil descifrar las claves de estas participaciones. Pero creo no equivocarme al afirmar que ni López Obrador ni los hombres de negocios quedaron satisfechos. Posiblemente, la inseguridad y las dudas los estén consumiendo. En ese escenario ¿es confiable la candidata oficial?