La comida rápida se convirtió en una tendencia desde los años 50 en Estados Unidos. Luego se formaron las franquicias en todo el mundo con sus diversas marcas y estilos para presentarlas.
Empezaron a vender desde pizzas, nuggets, pollos, papás, donas y la famosa hamburguesa. Una serie en Neflix titulada “Historia”, lanza dos preguntas: ¿habrá creado nuestra comodidad una crisis sanitaria irreversible?, si somos lo que comemos, ¿qué dice la popularidad duradera de la comida rápida sobre nosotros?
Como preámbulo, hoy sabemos que el mayor problema que se presentó con la llegada del coronavirus en nuestro país, fue precisamente contra quienes padecen enfermedades crónicas degenerativas, y todo por una mala alimentación, lo que poco a poco los llevó a una obesidad que no pudieron contener. Hoy nuestro país ocupa el primer lugar en Latinoamérica.
Otro problema grave en México es que no estamos comiendo en casa, casi todo lo compramos en la calle, representando a veces un fuerte gasto para la economía familiar, pero más a nuestra salud. Lo más lamentable es que los niños también se representan en estas estadísticas.
Retomo de un artículo en la web de EANoticias lo que dice Simón Barquera, experto en alimentación y director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), al advertir que este es un momento en el que tenemos que reflexionar sobre la seriedad que se le tiene que dar a resolver las enfermedades crónicas, porque hay muchas cosas que ya sabemos que podemos hacer.
El especialista indica que la clave en la letalidad de esta pandemia entre las personas que padecen obesidad es la inflamación crónica que genera esta condición en el cuerpo, que puede afectar el sistema inmune y la función pulmonar, ambos fundamentales en la lucha contra el COVID-19.
En artículo sostiene que México necesita una política nacional de alimentación que articule programas y sectores, con el objetivo final de mejorar nuestro sistema de comida. Esto significa producir, procesar, distribuir, querer consumir, saber consumir y tener acceso a consumir comida más balanceada, donde comamos una mayor proporción de legumbres, semillas, nueces, verduras.
La meta de una política nacional de alimentación debe ser que haya más disponibilidad, acceso y consumo de comida variada, sana, de lenta digestión.
El subsecretario de Salud Hugo López-Gatell en una de sus conferencias mencionó que en el país tenemos una monstruosa y monumental sobreoferta de alimentos industrializados de muy bajo valor nutricional y altísimo poder calórico en forma de bebidas o en forma de productos sólidos.
Entonces, antes de que se presenten otras pandemias es urgente empezar con una educación básica para saber cómo alimentarnos, porque nuestros hijos son quienes padecerán más este tipo de enfermedades futuras si no reflexionamos en el tema y actuamos de forma ordenada y disciplinada.
PARÉNTESIS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reiteró hoy que las vacunas contra la COVID-19 deben ser reconocidas como bienes públicos para todo el mundo y que todos los países deben contribuir.