SI YO VOLVIERA A ELEGIR, elegiría ser maestro. Volvería a trabajar en comunidades. Para volver a sentir la alegría de ver a los niños de primero y segundo grado cuando empiezan a leer y a escribir, como el pollito que rompe el cascarón. Para volverme a encontrar a Alicia, que a los seis años sabía quitar las verrugas -yo tenía una en la mano- con la savia de una planta. Para volver a llevar de mis libros para darlos prestados a los niños y adolescentes. Volvería a enorgullecerme de escuchar los coros, los discursos, los poemas declamados. A sentirme alegre al ver las composiciones escritas de los alumnos, los ensayos de las obras de teatro y la representación pública. Volvería a platicar y aprender de los padres de familia, y hacer mi esfuerzo para transformar su mirada de tristeza, en mirada de esperanza de que las cosas pueden cambiar con la educación.
LOS MAESTROS EN SUS INICIOS y por muchos años, para llegar a su escuelita, su centro de trabajo, viajan a comunidades remotas. Antes, que había menos vías y transporte, se quedaban toda la semana laboral en las comunidades, y cuando estaban en lugares mucho más apartados, como en las montañas de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Chihuahua, Durango y otras, se quedaban en la comunidad hasta que llegaban las vacaciones. A algunos maestros en esos años los llevaban en avioneta, o viajaban en caballo entre seis y diez horas. En algunos lugares de Tabasco, como la ranchería Palomillal (Aztlán 5a), los llevan en lancha por dos o tres horas. Antes eran muchachos y muchachas de 19 o 20 años, ahora de 24 y 25 años, esto cuando se cambió el Plan de Estudios normalistas, y se pidió licenciatura para ser maestros.
Y YA EN ESTOS TIEMPOS, cuando hay caminos, puentes y mejores carreteras, son menos los que se quedan a vivir en las comunidades, y viajan a diario, saliendo de su casa a las 5 de la mañana, cumplen su jornada laboral, y regresan entre 4 y 5 de la tarde. Antes de la reforma educativa, sus cambios de adscripción estaban determinados en mayoría por su cercanía de amistad de sus padres o hermanos con personas del sindicato o funcionarios públicos. La reforma educativa del 2013, trajo consigo, para los cambios de adscripción, el mecanismo de ventaja para los más preparados, y la reciente reforma del 2019, la ventaja es para los de mayor antigüedad. Aún así, los primeros cambios los acercan a escuelas de otras comunidades, pero aún no tan cercanas a su domicilio.
PARA QUE LOS HIJOS de los maestros rurales estudien preescolar y primaria, una de dos: los cargan consigo a las escuelas de las comunidades donde trabajan, o los dejan al cuidado de familiares. Si es este el caso, cuando sus hijos participan en festivales, sus padres no los pueden acompañar porque esos días, asimismo, ellos tienen el compromiso de los festivales de la escuela donde trabajan. Pocas veces en el ciclo escolar los pueden acompañar.
EN EL CASO DE QUE VIAJEN a diario a lugares medianamente lejos, o realmente lejos, buena parte de su sueldo se va en transporte. Por eso siempre he afirmado que solamente quienes tienen familiares trabajando de maestros, comprenden la situación y condiciones en las que laboran. Entiendo que ante los hechos pasados en que se manifestaron, cerraron una calle y no hubo abrazos, sino empujones y toletazos, algunas personas hablen pestes de ellos (gremio al que sigo perteneciendo por afecto). Y comprendo que unos lo harán por desconocimiento y otros porque así se ganan su sueldo tristemente, defendiendo a quienes dan las órdenes de golpear. Y sigo con el tema…