*AMLO no será consejero ni integrante de la dirigencia partidista
*Un Congreso Nacional decisivo para la coalición en el poder
*Crítica a usos y costumbres del viejo PRI; predicar con ejemplo
DURANTE dos días (sábado 17 y domingo 18 de septiembre) se realiza el Tercer Congreso Nacional de Morena, el partido-movimiento en el poder. De hecho, será en estricto sentido, una asamblea partidista; el movimiento social que acompañó al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, se expresa y organiza de manera diversa. Para Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, con este Congreso estaría “concluyendo la etapa de reorganización interna” de ese instituto político.
Como se informó oficialmente, López Obrador no participará en la asamblea partidista para “cumplir con su palabra de mantener licencia como militante y seguir siendo, como hasta ahora, el presidente de todas y todos los mexicanos”. En el congreso morenista participarán más de tres mil delegados resultantes de las elecciones internas.
También recordó el político tabasqueño que mantiene firme su decisión de retirarse de toda actividad política terminando su mandato presidencial en 2024.
El anuncio de AMLO sobre su sana distancia respecto al partido Morena modificó la intención de los dirigentes para modificar los estatutos a modo de que el Presidente de la República pase a integrarse como consejero nacional en automático. Parte del proyecto de reforma buscaba (o busca) que también los gobernadores en funciones cobijados por las siglas morenistas formaran parte del órgano máximo de decisiones de esa organización.
Este proyecto fue visto como una intención para formalizar la participación del Presidente, pero sobre todo de los 20 gobernadores de la insignia guinda, en la integración de la plataforma electoral y las candidaturas para el 2024, sobre todo de la sucesión presidencial de 2024.
López Obrador reiteró su decisión de mantenerse al margen del partido que fundó en razón. Desde su toma de posesión señaló que se ponía fin a una época del llamado “partido de Estado”; esto es, combatir la vieja costumbre de la confusión corporativa de gobierno y militancia partidista.
NO ESTÁN A LA ALTURA
EN VARIAS ocasiones López Obrador se ha ocupado de la crítica a los partidos políticos tradicionales. Inclusive en el foro de Madrid, España, en la oportunidad que le brindó la fundación Ortega y Gasset (octubre de 2011), la utilizó para hacer una revisión del partido dominante en México (el PRI), y para adelantar su propuesta de un nuevo partido de izquierda. Dijo entonces: “Si los partidos de izquierda no están a la altura de las circunstancias hay que reformarlos y si de plano esto no es posible, debe optarse por construir, desde abajo y con la gente, nuevos partidos o crear movimientos amplios…”
Militó en el PRI como parte de un sector crítico y vinculado a la corriente de la Revolución Mexicana, de tal manera que se distanció del tricolor en tiempos en que ese instituto optaba por el “modelo neoliberal” y sobre todo cuando los intereses internos le impidieron que el tricolor en Tabasco hiciera participar a sus bases seccionales en una especie de contraloría social de los gobiernos municipales. Se ha escrito sobre la rebelión encabezada por el entonces alcalde de Centro, Gustavo Rosario Torres y que provocó su salida de la dirigencia y casi de inmediato su éxodo del estado.
Como integrante del Frente Democrático Nacional (FDN), López Obrador propició una amplia movilización campesina y popular en Tabasco durante el segundo semestre de 1988 y luego para la formación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1989, lo mismo que en las elecciones locales que siguieron.
Ese mismo sello le impuso al PRD a nivel nacional como dirigente en los duros años de 1996 a 1999. Rompió los esquemas de las burocracias partidistas dominantes, pero chocó (otra vez) con aquellos intereses lo que lo obligaron a preparar un nuevo éxodo para construir una organización de acuerdo a su concepto de política en la oposición: movilización permanente, trabajo de base.
NO, AL JEFE MÁXIMO
EL ANUNCIO de que la dirigencia de Morena se proponía integrar al Presidente de la República en funciones a su Consejo Nacional, nos recordó aquella decisión del PRI en octubre de 2017, cuando en una decisión apresurada eligió al entonces presidente Enrique Peña Nieto como integrante de la Comisión Política Permanente, organismo facultado para definir el método de elección del candidato para el 2018…y al propio candidato según los “usos y costumbres” en la que el Jefe del Ejecutivo se convertía en Jefe Máximo y el principal elector (nombre disfrazado del llamado “dedazo”). El dirigente del tricolor era el ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Enrique Ochoa Reza. A esa cúpula partidista fueron incorporados los entonces gobernadores del Estado de México, Alfredo del Mazo, y de Sonora, Claudia Pavlovich…y el mandatario saliente de Coahuila, Rubén Moreira, así como a su hermano Álvaro Moreira.
AMLO dijo que no a esa ruta. Siempre ha sostenido la opinión crítica a la confusión de partido y gobierno. Desde la oposición promovió una clara separación. ¿Qué sigue? (vmsamano@hotmail.com)