La madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo, acompañado de Ignacio Allende y Juan Aldama, tocó las campanas de la iglesia de Dolores (Guanajuato) llamando a los feligreses a la rebelión, dando inicio a la Guerra de Independencia.
No hay documento histórico que señale las palabras del Padre de la Patria, pero por declaraciones de los insurgentes ajusticiados, se desprende que este grito fue “SE ACABÓ LA OPRESIÓN, SE ACABÓ EL MAL GOBIERNO, SE ACABARON LOS TRIBUTOS, VENGA LA LIBERTAD A ESCLAVOS Y A INDIOS, SE ACABARON LAS CASTAS”.
El criminal sistema de castas impuesto en la Colonia, discriminatorio y racista, clasificaba a la población y otorgaba beneficios por la pureza de sangre española. La última de las castas era la de los indios y los negros estaban execrados.
Eran comunes las verbenas, una costumbre española de celebración popular con regocijo, la víspera de una fiesta principal. De esta forma, como una verbena, empezó a celebrarse la verbena del aniversario de la independencia trasladando el grito a la noche anterior, el 15 de septiembre.
La primera celebración del Grito de Independencia de que se tiene noticia se realizó en el zócalo el 15 de septiembre de 1846. Maximiliano se trasladó a Dolores y dio el Grito desde los balcones de la casa de Hidalgo.
Benito Juárez, en plena huida, dio el Grito la noche del 15 de septiembre en la Hacienda La Noria, en Durango.
Y la costumbre persistió en los años, y más adelante coincidió con el cumpleaños de Porfirio Díaz, pero solo es una coincidencia. No fue el dictador el que estableció el Grito en la noche del 15.
Al dar El Grito, en el balcón central del Palacio Nacional, el Presidente ondea la Bandera Nacional y tañe la campana que se supone el cura Hidalgo hizo sonar aquella madrugada del 16 de septiembre, y que se trajo de la parroquia de Dolores.
Esta campana mide 1.77 metros de alto, 1,09 de diámetro con un espesor de 11 centímetros. En 1896 el Presidente Porfirio Díaz ordenó desmontar la campana de la parroquia de Dolores, trasladarla a la ciudad de México y colocarla abajo del asta bandera del Palacio Nacional.
En 1960 el Presidente López Mateos ordenó fundir 32 copias exactas de esta campana, que se colocaron arriba del balcón central de los palacios de gobierno de las entidades federativas y una de estas copias se repuso en la propia parroquia de Dolores. Campana que se ha convertido en un Símbolo Nacional.