Algo extraordinario e inédito se está produciendo en los actos de campaña de Claudia Sheinbaum. Es un fenómeno que, a pesar de haber filmado movimientos sociales durante tantos años, nunca había registrado con mi cámara. Mirar a las mujeres mirar a Claudia es un sorprendente y conmovedor juego de espejos.
En ella ven un futuro al alcance de la mano las más jóvenes y la esperanza renovada de que su vida será distinta da un brillo singular a sus miradas. Un brillo que queda registrado por los celulares en la serie interminable de selfis que con ella se toman.
En sus madres, cuando ven a la candidata y la abrazan y le hablan al oído y le reclaman y le exigen y la alientan, creo descubrir la satisfacción de quien sabe que sus luchas y afanes no han sido en vano. Ternura desbordada despierta en las ancianas que a su vez a ella la desarman. En el abrazo se deshacen, se funden.
Otro tanto sucede al acompañar en sus recorridos por la ciudad a Clara Brugada; también en ella se ven reflejadas miles de mujeres que asisten a los actos que convoca, en ella se reconocen, como ella se saben capaces de vencer, de gobernar, de hacer posible la Utopía.
A Claudia y Clara; la lucha las hermana. Desde que eran estudiantes, una de Física en la UNAM, otra de Economía en la UAM, con megáfono en mano, pancartas o volantes recorrían plazas y calles en nuestro país.
Siempre de izquierda, consecuentes ambas, pero jamás dogmáticas, creyeron posible — cuando eso parecía una locura— transformar a México por la vía democrática y pacífica; lucharon hombro con hombro junto a Andrés Manuel López Obrador y no se rindieron hasta lograrlo.
Ahí en las calles comenzaron a verlas, en marchas, mítines o plantones, muchas de las mujeres que hoy se miran en ellas reflejadas y que en ellas depositan sus esperanzas de dar continuidad, consolidar y profundizar la transformación de México.
Las vieron sobreponerse a las derrotas, resistir, persistir y vencer. De una generación a otra y luego a otra ha pasado la historia de lucha de estas dos mujeres que, es a final de cuentas, la historia de lucha de nuestro pueblo contra el viejo régimen corrupto que sometió y saqueó a México por más de 36 años.
La conocí en las marchas del CEU dice alguna, luche a su lado en San Miguel Teotongo afirma otra, yo las vi a las dos en la marcha del desafuero dice una más. En ellas se reconocen; por ellas votaron para que gobernaran una la CdMx y la otra Iztapalapa y por ellas habrán de votar de nuevo este 2 de junio. Serenidad, esperanza y certeza, como la que Claudia y Clara qué, han demostrado saber gobernar, garantizan es lo que este país necesita y lo que veo que las mujeres —como si se estuvieran viendo en el espejo— miran en ellas.
¿A quién puede servir de espejo Xóchitl Gálvez o Santiago Taboada? ¿Quién identificarse con la rabia y el miedo que pregonan? ¿A quién pueden tocar con su estridencia? ¿A quién convencer con esa visión masculinizada que solo a la fuerza apela?
Miedo y con razón es el que sienten Xóchitl y Taboada, hechura los dos de charlatanes y publicistas. Rabia la del PRI y el PAN que los postularon y que hoy, demasiado tarde, se dan cuenta de que los arrastrarán al abismo. Que se hundan. Allá ellos.
Yo por mi parte y espero que usted piense lo mismo considero qué es una maravilla, un enorme privilegio vivir este momento y ver, con Claudia y con Clara cómo la mirada compasiva, cercana, certera y profunda de la mujer, de las mujeres, se extiende, por fin, a los largo y ancho de este país.