Claudia: ¿Obediencia o Deslinde?

Claudia tiene carácter fuerte y una personalidad orientada hacia el poder

Claudia avanza con dificultades, a pesar de un triunfo arrollador. Sin oposición, los mercados y el presidente ejercen presión.  Decidida a ejercer ella misma el poder —eso creo—, está inmersa en un escenario contradictorio. El contexto está expectante: ¿obedecerá ciegamente a López Obrador? o ¿se deslindará?  

Claudia tiene carácter fuerte y una personalidad orientada hacia el poder.  En campaña y en los debates lo dejó demostró.  Creo que su sumisión fue una estrategia de sumisión para impedir que López Orador revocara su decisión de conducirla hasta la presidencia.  Si esto es cierto, tiene que haber elaborado —con mucho cuidado y cálculo— un plan de demarcación y empoderamiento.  Las presiones actuales podrían conducirla a saltar etapas de su plan de independencia.  De lo contrario, podría quedar atrapada por el presidente.

En plena campaña, López Dóriga preguntó a Claudia, en entrevista radiofónica si sería igual que López Obrador. Su respuesta me sorprendió.  Con evasivas estableció diferencias entre ellos, no con base en el género, como podría haberse esperado, sino en sus orígenes regionales. "Él es de Macuspana; yo de la Ciudad de México".  Afirmación con innegable jiribilla. A López Obrador debe haberle hecho mucho ruido esta declaración, no sólo por la descalificación implícita, sino por la insinuación consecuente de que ella trazaría su propio camino. 

El 6 de junio, Claudia anunció a Juan Ramón de la Fuente como su coordinador para la transición.  De la Fuente se mostró conciliador. Prometió avances sin sumisión, pero sin ruptura.  Declaración que debe haber resultado desagradable en Palacio. De inmediato empezaron a circular en las redes mensajes en los que se daba a conocer, supuestamente, el gabinete de Sheinbaum. De la Fuente no era ubicado en Gobernación, como la opinión pública empezó a dar por hecho tras su designación, sino en Relaciones Exteriores. Martí Batres, por un lado, y Mario Delgado, por otro, eran ubicados en la principal secretaría.  Frente a la apertura de De la Fuente, los radicales respondían con otras figuras nada negociadoras.  Al día siguiente, Nacho Mier anunciaría que la reforma al poder judicial se realizaría en septiembre, con la nueva legislatura.  Los mercados respondieron. Claudia quizá calmar las aguas. El presidente brincó de nuevo: sí, las reformas irán; el mercado no las puede detener.  

El apoteósico recibimiento en Palacio, sellado con apretón de cuello y beso sonoro, elevaron la preocupación de unos; exacerbaron la celebración de los más. Es un hecho que será un títere, afirmaron aquellos. Será la contratista del segundo piso, diseñado por el gran arquitecto, pensaron éstos.  Las reacciones críticas hacia Claudia han arreciado.  Ciertamente, la salutación fue grosera e inadmisible.  Pero poco podría haber hecho ella.  Habría generado una crisis en la opinión pública de cuyo proceso de reparación de daños habría salido más afectada y debilitada.  De ese hecho hay que destacar, más bien, que López Obrador está feliz; se siente seguro y dueño del poder.  Claudia debe tenerlo claro: el presidente la da por hecho. 

A lo largo de su campaña, y en los debates, Claudia enfatizó como uno de sus proyectos más importantes, la creación de cien ciudades industriales a lo largo de todo el territorio.  Este es un modelo de desarrollo económico diferente al de López Obrador. Implica planes de desarrollos regionales, sustentados sobre cadenas de recursos productivos y humanos que requieren la creación de infraestructura, fortalecimiento de sistemas educativos medios y superiores, presencia de inversionistas mexicanos y extranjeros, seguridad rígida y, por supuesto, certeza jurídica. Requerirá, por tanto, estabilidad.  No creo que esto corresponda al segundo piso que López Obrador tiene en mente.

Claudia ha tratado de calmar a inversionistas y mercados de manera timorata.  Pretende no despertar al tigre de su jefe.  Ofrecer consultas y encuestas para definir el rumbo de la reforma al poder judicial sólo tranquiliza a López Obrador, quien sabe bien de qué se tratan esas consultas y encuestas.  Claudia deberá tejer, ya, sus redes de poder. De lo contrario, su estrategia de marcar territorio podría terminar por no poder ser echada a andar.  López Obrador le está comiendo el mandado. 

La permanencia en el tratado de libre comercio puede peligrar, lo que sería terrible para la economía del país. Asimismo, López Obrador podría permanecer en el poder, desde su rancho. México lo padecería; especialmente las mujeres.  La sumisión de la presidenta a la voluntad de un hombre perjudicaría todas sus luchas por las igualdades.

La semana próxima, Claudia dará a conocer a quienes la acompañarán en la gestión.  Leamos con lupa las señales enviadas en cada nombramiento.