Celeritas Caesaris

En nuestro hablar cotidiano es común el uso de adagio que dice que "todos los caminos conducen a Roma"

En nuestro hablar cotidiano es común el uso de adagio que dice que "todos los caminos conducen a Roma", aunque por los momentos actuales más bien podría sobresalir su tropicalización y entonces afirmar que en la vida política de México, hoy en día todos los caminos conducen al 2030. Y para estos andares, quienes los realizan tendrán que hacer una escala electoral en el 2027, y quienes transitan en estos caminos por el carril de la izquierda, del centro y, principalmente, por el de la derecha, desde la misma noche del domingo 2 de junio de 2024 se pusieron en marcha rumbo al puerto de llegada.

          Entonces, se puede decir que lo que está apareciendo en los medios de comunicación y en las redes sociales, en las cámaras del congreso y en los mítines, marchas y protestas, tiene un olor a tinta que más bien se podría decir que tienen un sabor a gasolina, diésel o turbosina, y no por algún tema de PEMEX o de energías fósiles o limpias, sino porque con esas sustancias se alimentan casi la totalidad de los medios de transporte que, dicho de manera simbólica, utilizan quienes recorren los caminos que conducen al 2030, y que por lo mismo pueden ser explosivos.

          Pero retornando al adagio original, ese que habla de los caminos que conducen a la capital de Italia, no hay que olvidar que sus inicios se remontan a los tiempos en los cuales quienes detentaban el poder dentro del imperio romano construyeron los caminos que conectaban a su gran ciudad con los cuatro puntos cardinales del orbe conocido en la época, y lo hicieron para no quedar aislados y así las tropas, sus tropas, pudieran desplazarse para abatir toda contingencia que se presentara en alguna de las provincias.

          Y hay que tenerlo presente en México porque actualmente en los caminos que conducen al 2030, con su parada obligada en el 2027, los grupos que participan ya están en marcha, tal como circulaban en su momento las legiones de los césares romanos o de quienes los querían sustituir en el poder, y eso se muestra cada día con las andanzas de los militantes de los partidos políticos con registro, así como con las de las tres decenas de organizaciones aspirantes a formar cada una en este 2025 una nueva institución partidaria que les permita participar en el 2027, y si logran conservar el registro, en la jornada electoral presidencial del 2030.

          ¿O cómo se podría llamar entonces a lo que se ve, se oye y se lee día a día en los medios de comunicación y en las redes sociales, en las cámaras del congreso y en los mítines, sino como una lucha por el poder político en donde unos están en contra de otros, y viceversa?

          Y hay que recordar que en los tiempos del imperio romano se utilizó una táctica llamada Celeritas Caesaris o, traducida al idioma hablado en territorio nacional, "Rapidez Cesariana", cuya tropicalización al México de hoy podría ser catalogada como "Lucha Relámpago", donde el resultado se considera mejor si se obtiene en el menor tiempo posible, y por ello la desesperación de algunos de los que transitan por los caminos de la política nacional, sobre todo los que van por el carril de la derecha.

          Es decir, en la contienda electoral si la derrota del contrincante es rápida, es mucho mejor, porque el 2027 está a la vuelta de la esquina, por lo que México en un par de años su cementerio de dinosaurios (algún partido existente hoy en día) y bebesaurios (algún partido que obtenga el registro este 2025) se verá rebosante de los cadáveres políticos de quienes se descarrilaron en su transitar por los caminos que conducen al 2030, donde la referencia a "cadáveres" es una simple metáfora, pero no la utilización del concepto "políticos", que conste.