El cáncer de mama es una enfermedad en la que células de la mama con alteraciones se multiplican sin control, forman tumores que se propagan por todo el cuerpo y causan la muerte. Estas células comienzan a desarrollarse dentro de los conductos galactóforos o de los lobulillos que producen leche. El cáncer de mama en estadio 0, in situ, no sería mortal; ya que aún se ubica donde se inició sin diseminarse. En esta fase suele ser curable. Pero si no se detecta a tiempo, las células cancerosas pueden propagarse al tejido mamario cercano, produciendo nódulos o engrosamiento, invadiendo ganglios linfáticos cercanos, y otros tejidos y órganos, como los huesos, el hígado, los pulmones y el cerebro, haciendo metástasis. Y puede ser mortal.
El tratamiento típico se basa en las características de la paciente, el tipo de cáncer y su propagación; mediante en una combinación de cirugía, radioterapia y medicación. El cáncer de mama no es una enfermedad transmisible o infecciosa, su riesgo se debe a una combinación de factores, entre los principales están el género y la edad mayor a 40 años; pero también existen otros factores importantes, como el antecedente familiar de cáncer de mama y mutaciones genéticas; el uso prolongado de anticonceptivos orales y la sustitución hormonal, menstruación a edad temprana, la menopausia tardía, primer embarazo a edad madura, el acortamiento de la lactancia materna y no tener hijos. Así como los estilos de vida poco saludables: el consumo de alcohol, el sobrepeso, la obesidad y la falta de actividad física.
En 2020, en el mundo se diagnosticaron casi 2.5 millones de mujeres con cáncer de mama; de ellas, 700 mil fallecidas. Una letalidad y riesgo de muerte mayor a 1 de cada 3 mujeres con este mal. Preocupa también que en los últimos 5 años, 8 millones de mujeres con cáncer de mama seguían con vida, convirtiéndolo en el tipo de cáncer con más prevalencia global. Este cáncer afecta a mujeres de cualquier edad desde la pubertad, pero las tasas son mayores en las adultas.
Ahora, algo esperanzador y que resultó en un punto de inflexión para su supervivencia a finales de los 80´s, fue la puesta en marcha de programas de detección temprana y tratamientos integrales que desde entonces han incluido fármacos eficaces, cirugías con mínima y estética intervención, reforzados con psicoterapias. Las tasas de mortalidad y letalidad entre 1930 y 1970 se redujeron hasta 1 tercio a partir de 1990. Sin embargo, hoy día sigue siendo una pandemia que causa grandes estragos económicos, familiares, sociales y psicológicos.
Es la primera causa de mortalidad por neoplasias en mexicanas mayores de 25 años, durante 2020 se detectaron 30 mil casos y 8 mil muertes. El saldo es aterrador, cerca de 25 mexicanas muriendo diariamente. Y de no intensificar, diversificar ni invertir más en esta Lucha contra el Cáncer de Mama, se duplicarían estas cifras negras en menos de 2 décadas, provocando quiebra en el presupuesto público y en las familias. Y es que los costos son enormes; de acuerdo con el IMSS y privados, el costo promedio de tratar esta enfermedad se acerca a 200 mil pesos anuales. Tan sólo para el diagnóstico, un ultrasonido mamario rebasa los 3 mil, una biopsia entre 5 y 15 mil pesos, y una mastografía más de 2 mil. Para un caso confirmado, un paquete de 20 quimioterapias rebasaría los 350 mil pesos anuales y el de 20 radioterapias cerca de los 40 mil.
Las aseguradoras estiman que el costo medio por todo el tratamiento alcanzaría los 700 mil pesos. En forma relativa, la clave está en el estadio del cáncer; un cáncer de mama en fase IV, metastásico o terminal, es hasta 5 veces más caro que en uno inicial. Ahora, lo menos caro y hasta gratuito, es prevenir para minimizar los riesgos, y la detección temprana para un tratamiento eficaz y oportuno. Pero sobre todo la autoestima, el acompañamiento y la seguridad entre la familia y junto a los seres queridos, pues las fuerzas que se encuentran dentro y junto a nosotros son las que realmente curan.
(drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)