Nadie, ni ningún Régimen de Gobierno que se precie de ser Republicano y/o Progresista puede ni tiene el derecho de pretender asfixiar a un Sistema Electoral que como el de México, que desde la Reforma Política de 1977 en el discurrir de 45 años ha evolucionado sobre el entramado de la Democracia, institucionalizado en 1990 y autónomo desde 1996 en su función pública para organizar la Jornada Cívica en la que por Voluntad Popular se eligen a las Autoridades Públicas, Federales y Locales.
Jesús Reyes Heroles, el máximo ideólogo del país, integrado a un Régimen Absolutista, entonces como Secretario de Gobernación coordinó un esfuerzo que en el punto de inflexión sentó las bases de este Sistema Electoral, pluralizando la participación de unos cuantos a una diversidad ideológica de Partidos Políticos además de acentuar la Representatividad en el Legislativo.
Sin filias ni fobias, entendiendo que el Sistema Electoral es perfectible lo correcto siempre será consensuar en un Parlamento Abierto las aportaciones entre otros a expertos, académicos, consultores y asesores, todos en el sendero de robustecer e incorporar lo que corresponda a las Reglas del Juego inscritas en la Constitución Política. Federal y Local, extendidas a las Leyes y Reglamentaciones inherentes.
Lo contrario, sería un grave error adverso al espíritu de la Democracia la sinrazón de destruir el andamiaje forjado a la actualidad mostrando su eficacia, para instrumentar otro Sistema Electoral obligado a iniciar de la nada con la pretensión de forzarle con calzador.
Se pretende un despropósito en la coyuntura de una renovación compleja que entraña renovar los cargos de la Presidencia de México y el Congreso de la Unión, Senado y Diputados, con la concurrencia también de elegir en los 32 estados Alcaldía y Congresistas, incluidas en estas 9 gubernaturas.
Sería un acto reprochable por parte de los Actores Políticos no reconocer que la Institución y las Reglas del Juego están ancladas sobre una ancestral cultura de la desconfianza mutua, una suspicacia que les evidencia, desembocando en actos fraudulentos, incapaces de reconocer que en la competencia hay quien gana y también quienes pierden.
Acusan que es caro para el país la organización de las Elecciones que por mandato constitucional se llevan a cabo, cuando los propios Actores Políticos han empujado la carestía, habida cuenta los innumerables medidas implementadas para ejercicio del Voto Popular.
No es para menos la paranoia que las boletas electorales se impriman en papel seguridad y adicional candados de seguridad y la credencial para votar cada vez más blindada, cuando la Voluntad Popular decide en democracia quién gana y quienes pierden, con representaciones de Partidos Políticos y Observadores Electorales mirando la urna transparente.
Ridículamente en las Elecciones de 2021 y en 2022 se le permitió al Árbitro instalar 100 casillas electrónicas v vinculantes al resultado, probando su efectividad. Utilizarlas en todas las secciones para 2024 abarataría y mucho, aunque puede más la desconfianza.
Aún más, hacia el interior de los Partidos Políticos no hay la confianza, no la conocen como elemento sustantivo porque no saben ni quieren perder por una designación que con sus propios métodos estatutarios.
El 24 febrero de 2002 Roberto Madrazo Pintado y Beatriz paredes Rangel compitiendo por la presidencia nacional del PRI al final se señalaron mutuamente de incurrir en un robo; misma situación del PRD entre Jesús Ortega y Amalia García aquel 1999, yendo ambos a una segunda. El polo opuesto se tuvo en el PAN cuando Carlos Medina Plascencia el 19 de marzo de 2005 declinó ir por una segunda votación en la asamblea, optando por reconocer el triunfo de Manuel Espino Barrientos.
Morena, entrampado en los innumerables intereses al interior en octubre 2020 eligió por encuestas a su presidente en una tercera vuelta, Mario Delgado se impuso a Porfirio Muñoz Ledo, todavía con un halo interno de inconformidad.
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