NUEVAMENTE se habla de una "ola de izquierda" o de "gobiernos progresistas" en América Latina, con el reciente triunfo –muy apretado- de Luis Inacio Lula Da Silva en Brasil frente al ultraconservador Jair Bolsonaro: menos del 2 por ciento en una segunda vuelta. Sin embargo, esta "ola de izquierda" es muy diversa y a veces contrapuesta, porque lo mismo se cita a un gobierno como el de Nicolás Maduro, en Venezuela, como el de Daniel Ortega en Nicaragua, o también Andrés Manuel López Obrador en México y Gabriel Boric en Chile.
Si bien es cierto que la izquierda o las izquierdas históricamente han sido muy diversas, en no pocas veces adversarias unas de otras, también lo es que regímenes como el de Ortega que llegó al poder por la revolución sandinista, claramente anti capitalista, es ahora calificado como un gobierno oligárquico y autoritario.
En la lista de "gobiernos de izquierda", también se menciona en los medios a Alberto Fernández en Argentina, Pedro Castillo en Perú; Gustavo Petro en Colombia; Xiomara Castro, en Honduras; Luis Abinader, Dominicana; Luis Arce, Bolivia; Miguel Díaz Canel en Cuba y hasta el mismo Nayib Bukele en El Salvador. En esta nómina hay quien coloca a Laurentino Corzo en Panamá, de bandera socialdemócrata. Algunos llegaron con partidos o movimientos de filiación progresista o anti EEUU, pero han aplicado medidas del llamado "modelo neoliberal". Las contradicciones a veces no resultan tan evidentes porque son opacadas por el discurso.
EL GIGANTE DEL AMAZONASNO DEBEMOS ignorar lo que sucede en Brasil, un país que es casi un continente: de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, es el quinto país más grande del mundo territorialmente, con 214 millones de habitantes es el séptimo en habitantes. Se le considera la reserva vital del planeta por sus recursos naturales. Del 2003 al 2015, con el liderazgo de Luis Inacio Lula Da Silva (relevado en la presidencia por Dilma Roussef), el gigante latinoamericano se convirtió en un modelo de desarrollo alternativo al llamado neoliberalismo.
Las políticas establecidas por el gobierno "populista" de Lula Da Silva fueron retomadas por varios países. Fue el caso de México donde se pretendió de manera fallida (por la corrupción) aplicar el esquema de "Hambre Cero", para combatir la pobreza alimentaria.
La llamada "Cruzada Nacional Sin Hambre" de Enrique Peña Nieto quedó hundida en una serie de denuncias por desvío de recursos, contó con un presupuesto de 8 mil millones de pesos parte de los cuales fueron a dar a la "Estafa Maestra" y el programa fue abrogado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en enero de 2022 por sus nulos resultados y como resultado de una auditoría. La Secretaría de Bienestar deberá proponer un plan alternativo para México; en Brasil durante el gobierno de Lula se instalaron inclusive comedores comunitarios, con la intención de llegar a una población de más de 30 millones en inseguridad alimentaria, que no tenían acceso a las tres comidas diarias.
Otra de las medidas destacadas durante los dos primeros periodos de Lula Da Silva y la trunca administración de Roussef es el PBF (Programa Bolsa Familia), que en 2011 pasó a formar parte del Plan Brasil Sin Miseria. La estrategia central es una trasferencia directa de dinero a las familias beneficiadas pero condicionadas, por ejemplo, a que los niños asistan a la escuela y los padres cumplan con los calendarios de vacunación completa. El objetivo es a corto plazo atacar la pobreza y extrema pobreza, pero en el mediano y largo plazos mejorar la calidad de vida y oportunidades.
HAY QUIENES consideran al ex sindicalista y presidente electo de Brasil como el líder de una tercera vía, en un ambiente marcado por populismos de extrema derecha y extrema izquierda.
Si el "Modelo Lula" permitió beneficiar a millones de pobres, la interrogante es cómo lograron sus adversarios un vuelco hacia la ultraderecha con Bolsonaro.
Pero también ahora hay otra interrogante: ¿cómo fue posible su retorno cuando inclusive sufrió encarcelamiento injusto y parecía anulado políticamente?
Entre las muchas razones del tercer triunfo electoral de Lula Da Silva, el colaborador de BBC News Mundo, Gerardo Lissardy (31 de octubre de 2022), refiere tres a tomar en cuenta: "1. Nostalgia por los gobiernos de Lula...En los dos mandatos consecutivos de Lula, el país tuvo un boom económico, con altos de precios de las materias primas que produce. Más de 30 millones de personas ascendieron a la clase media con programas sociales del gobierno".
Una segunda razón: El fuerte rechazo a Bolsonaro... "es el primer presidente de Brasil que pierde un intento de ser reelecto desde que la Constitución del país habilitó esa posibilidad hace un cuarto de siglo". Los electores, aun quienes no simpatizan con Lula vieron en él "la única posibilidad de derrotar a Bolsonaro".
Tercera y determinante razón: La conquista del centro político. Integró como candidato a vicepresidente a Geraldo Alckmin, un exrival suyo de centro derecha; para la segunda vuelta logró el apoyo de los candidatos centristas que habían quedado en el tercera y cuarta posición, y también sumó el respaldo del expresidente y socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.
Hay lecciones importantes en ese proceso. (vmsamano@hotmail.com)