Le preguntaron a Borges unos periodistas italianos: "Dicen que usted es un genio". Respondió: "No haga caso. Son calumnias".
Sobre un colega al que no quería mucho: "Es muy tímido. No le faltan razones para serlo".
Sobre otro colega: "¿Voy a perder su amistad? No voy a quedar más pobre".
De uno más: "Como descubrió que no puede escribir bien, escribe mucho".
Sobre un grupito de la sociedad de escritores argentinos: "Por débil que sea su conversación, son peores por escrito".
Le dice Bioy Casares: "Los otros días vi a Fulano de Tal". Borges responde: ¿"Cómo, todavía perjudica?".
Sobre las preferencias políticas de la divinidad: "La gente decía que Dios era peronista. Qué gusto el de Dios: no me extraña".
De lo esencial de la lectura: "Lo importante no es que el lector crea lo que lee, sino que sienta que el autor cree lo que escribe".
De lo esencial de la escritura: "Pope sostiene que el gran escritor no debe decir lo que nunca nadie pensó, sino que debe decir bien lo que muchos o todos pensaron".
Sobre la exclusión que Borges hizo de algunos de sus textos en una antología personal: "Hay cosas que están tan mal que no pueden corregirse. Por ejemplo, lo escrito cuando tenía la superstición del nacionalismo literario".
De un poeta reconocido: "No es poeta. Cómo va a ser poeta un hombre que sólo está cómodo con la chabacanería, que nunca se asombró de estar vivo, ni del amanecer, ni de que va a morir un día".
Lo más por lo menos: "No es ocurrente, pero sí tedioso".
Un palíndromo de su invención: "Sapos, oíd, el rey ayer le dio sopas".
Sobre un filósofo argentino: "Es un presocrático. Tiene todo el pasado por delante".
Dice Borges que una señora conoció a Leopoldo Lugones y le dijo: "¿Cómo, usted, con esa cara, ha escrito todos esos versos?". "Sí, señora —contestó Lugones—, pero no escribo los versos con la cara".
Principia matemática: "Al que afirma que dos y dos son cinco le corresponde la prueba".
Sobre un pariente: "Es un idiota, pero no hay que dejarse engañar por ello: también es una mala persona".