Fue el de Santiago Creel "un suicidio anunciado". Que se bajara de la contienda interna de la derecha conservadora se le ordenó y —a pesar de esos arrebatos melodramáticos que caracterizaron su participación en la misma— tuvo que obedecer, renunciar a sus aspiraciones y declinar a favor de la candidata de Claudio X. González.
Y es que Xóchitl, el "fenómeno político", la "estrella ascendente", comenzó muy tempranamente a eclipsarse ante la "amenaza tricolor".
¿Es Beatriz Paredes un peligro para Xóchitl Gálvez?
Si nos atenemos a lo que han expresado públicamente personajes tan disímbolos como Vicente Fox, Roberto Madrazo o Joaquín López-Dóriga, a los que hermana su odio al presidente López Obrador y su convicción de que es preciso derrotar a toda costa a la o el candidato de Morena, tendríamos que responder afirmativamente la pregunta.
Misma respuesta tendríamos que dar si comparamos la experiencia, preparación y trayectoria política de ambas aspirantes.
Nada tiene que hacer la hidalguense frente a la tlaxcalteca.
Letal se vuelve la amenaza que representa Beatriz para Xóchitl, si nos atenemos al desempeño de ambas en los foros en los que han participado.
Pulverizada en la tribuna queda esa mujer en la que, quienes quieren frenar a la izquierda, han puesto todas sus esperanzas.
Los ya célebres gazapos, las desafortunadas ocurrencias y la pobreza argumental de la hidalguense la hacen verse torpe, incompetente y disminuida frente a la experimentada política priista.
De nada sirve que salga luego a decir que no dijo lo que dijo y trate, otra vez, de victimizarse.
El daño está hecho y se lo hizo ella misma.
Solo a quienes la impulsan y están decididos a imponerla a cualquier costo han sorprendido sus pobrísimos resultados en las encuestas internas.
Acostumbrados a mirarse en el espejo y a creerse sus propias mentiras Claudio X. y los intelectuales, comunicadores y publicistas que crearon el "fenómeno Xóchitl" se rehúsan a aceptar que el personaje que escogieron era notoriamente incapaz de interpretar el papel que le asignaron.
Por eso ahora tiemblan y en lugar de asumir su error, comienzan a culpar a la estructura partidaria del PRI y hablar de que la misma habrá de frustrar las posibilidades de victoria de Xóchitl en la contienda interna y, en consecuencia, su triunfo sobre Morena —que dan por descontado— en 2024.
En defensa de Xóchitl, y contra el PRI, su aliado, se organizan ahora "ciudadanos" como Fox y como Madrazo mientras militantes del PAN, intelectuales y líderes de opinión llaman a Beatriz Paredes a reconsiderar su decisión —al parecer inamovible— de continuar en la contienda, declinar a favor de Xóchitl e inmolarse como lo hizo Creel.
Todo esto mientras crece el clamor de aquellos que sostienen que fue el propio Presidente quien la impuso y la impulsa o la especie de que Alito Moreno, el todavía presidente del PRI, habrá de traicionar a la alianza opositora.
Solo en el ojo ajeno ven los conservadores la paja mientras ignoran en el propio ese huipil que les nubla la razón.
¿Es Beatriz un peligro para Xóchitl? A mi juicio no.
Puso en evidencia la extrema debilidad del personaje es cierto —y de eso la gente se dio cuenta de inmediato— pero ni los autores del libreto, acostumbrados como patrones que son a imponer su voluntad, están dispuestos a echarse para atrás, ni Beatriz Paredes, ni el PRI están dispuestos a echarse para adelante.
Negociarán las cúpulas en la oscuridad.
Se cruzarán amenazas y unidos PAN y PRI, con Xóchitl, como abanderada, seguirán avanzando hacia una derrota que se merecen por haber masacrado y saqueado a México durante tantas décadas.