No hubo el cacareado “encuentro de dos mundos”, sino una cruenta, sangrienta y genocida invasión y conquista que en sus primeros cincuenta años redujo la población del actual México de 16 millones a menos de cuatro, pero ya incluyendo a españoles y sus descendientes llamados criollos.
En aquel 1,575 nos trajeron el regalito de la “santa inquisición” que no solo destruía templos y quemaba códices, sino que mataba y llevaba a la hoguera , óigalo usted bien, y en el nombre de Dios, a infelices que no podían entender a una divinidad que obligatoriamente mandaba a unos a un purgatorio y a otros a las llamas eternas de un infierno.
Y no solo hubo un despojo de templos y creencias, se repartieron las tierras robadas y mediante las encomiendas se repartieron también a sus verdaderos dueños, esclavizándolos hasta su muerte.
Los encomenderos recibían las tierras, que explotaban en su beneficio y un reparto de “indios” del que disponían como señores de “horca y cuchillo”.
Y como una perla, vemos en una relación de Melchor Alfaro de Santa Cruz, el que en 1,579 trazó el primer plano de la provincia de Tabasco, cuatro pequeños ejemplos de lo que fue la tétrica noche de tres siglos que vivimos.
En el pueblo de “Tamulté de las Barrancas, (nuestra actual colonia Tamulté), hay 80 indios tributarios (16 familias) que pagan 80 xiquipiles (cargas) de cacao, 40 fanegas (medida equivalente a 55 litros) de maíz, 40 gallinas de castilla y 40 gallinas de la tierra (pavos) y están encomendados a Diego de Soria”
El pueblo de “Teapa cuenta con setenta indios tributarios que pagan 36 xiquipiles de cacao, 70 fanegas de maíz, y 70 gallinas por mitad de la tierra y de castilla”
El pueblo de Tecomaxiaca “Tiene 175 indios tributarios que pagan 50 xiquipiles de cacao, 100 fanegas de maíz y 100 gallinas por mitad de la tierra y de castilla, encomendado a García de Ledesma.”
El pueblo de “Ocumacinta tiene cuarenta indios tributarios que dan 20 xiquipiles de cacao, 40 fanegass de maíz y 40 gallinas por mitad de la tierra y de castillas y esta encomendado a Juan de Texeda”.
Pero hay que agregar que en los pueblos en que se construía una iglesia, tenían también la obligación de dar casa y alimentación al cura, dos sirvientas para su casa y un varón para la iglesia.
Qué bonita y solidaria sociedad.