Idos son los tiempos en los que Andrés Manuel López Obrador y sus activistas tenían que tocar las puertas de las casas, peregrinar por los pueblos, no sólo para convencer a seguidores sino inclusive para que alguien aceptara ser candidato de la entonces oposición. Un colega recogió en este diario el testimonio de los tiempos de arar y sembrar.
Cambian las circunstancias y ahora hasta empujones y codazos hay para formarse en la fila que los pueden llevar a una ansiada candidatura con el sólo interés, no sea usted mal pensado, de servir a la patria chica o grande.
Según reconoció ayer Mario Delgado, líder formal de Morena, unas 200 personas –mujeres y hombres-, se anotaron en nueve entidades para participar en la encuesta respectiva. Esto quiere decir que hay solo nueve sillas para dos centenares de solicitantes. Un exceso ocurre en Jalisco donde se anotaron 42; en Chiapas, pueblo con graves carencias y problemas, se apuntaron 34. En Tabasco sólo 15...y sumando.
Ahora Morena nacional tendrá que hacer lo que aplicó en anteriores procesos: una primera encuesta eliminatoria para dejar fuera a los perfectos desconocidos. Quizá la ventaja la tengan quienes llevan años bajo los reflectores...aunque estaría bien no sólo preguntar si se les conoce sino qué opinión se tiene de la persona. ¿A quién le dejaría usted las llaves de su casa?
Por lo pronto, resulta alentador que haya tantas personas dispuestas a sacrificarse para servir y no para servirse. Digo.