ARGENTINA, LA REPÚBLICA DE LA, O DEL PLATA

Hace más de veinte años viajamos a Argentina mi entrañable amigo Jorge García, de Ciudad Juárez

Hace más de veinte años viajamos a Argentina mi entrañable amigo Jorge García, de Ciudad Juárez, el con su esposa Almita y yo con la dulce compañera de mi vida Marta. La Argentina, del latín “argentum”, plata, cuya capital, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una de las 24 provincias o Estados de este país,  está precisamente en la desembocadura del Rio de la Plata.

 Y casualmente fuimos a El Tigre, una comunidad delta adentro, pasando por  la residencia presidencial Los Olivos, Los Pinos argentinos, y allí tomamos una lancha para pasear rodeando las islas del enorme delta, con multitud de residencias, restaurantes y otros atractivos turísticos.

Y la Ciudad de Buenos Aires, con  unos 17 millones de habitantes, se llama así ya que fue fundada con el nombre Real de Nuestra Señora del Buen Ayre, castellanización de Nuestra Señora Bonaria, virgen de los navegantes.

Y en aquellos días pusimos un stand en la FIT, la gran feria turística de Buenos Aires, en el que promovimos a Tabasco y al mundo maya, y allí conocimos al influyente senador René Aoudín que nos invitó a hablar en el Senado de Argentina, al que acudimos y hablamos de la actividad turística y la mejor manera de desarrollarla, según  nuestra opinión.

Y vivimos la llamada Capital Federal,  los barrios de San Telmo y La Recoleta,  nos sentamos en el Café Tortoni , caminamos por el emblemático barrio de La Boca, y la calle del Caminito, tarareando el histórico tango.

Y en aquellos días degustamos los excelentes vinos argentinos y sus exquisitos cortes de carnes en restaurantes del centro histórico y  de Puerto  Madero, ya a orillas del mar. Y recuerdo que en las cartas siempre veía Bife de Chorizo, de 8 a 10 pesos, y con nombres atractivos filetes de 18  a 24 pesos, y creyéndolos mejores, muchas veces pedí los filetes caros, hasta que pedí el emblemático Bife de Chorizo que a mi gusto resultó muy superior. Aclaro que en esas fechas la moneda argentina estaba a la par con el dólar.

Y saliendo del Teatro Colón, uno de los más bellos, grandes y con mejor acústica del mundo, y caminando por la avenida 9 de julio, ajardinada y la más ancha que he conocido y con un enorme obelisco en una de sus plazas, vino como decimos, el frijolito en el arroz.

                                                  

Un tipo que seguramente ya me venía observado, sin que me diera cuenta de repente sentí un fuerte golpe en la bolsa izquierda del pantalón,  que me rompió la bolsa seguramente con algún fierro como navaja, y con una increíble habilidad y ligereza, y salió corriendo a grandes zancadas  al contrario con mis billetes en la mano. Intenté correr atrás de él, pero tiró parte de los billetes y al recogerlos ya iba muy lejos.

La única vez que me han asaltado en mi largo caminar por el mundo. Pero indudablemente valió la pena ir a esta hermosa e interesante ciudad, a la que indudablemente ya he regresado.