En la mayoría de los tipos de apuestas, incluyendo los juegos de casino y las loterías, el valor esperado es negativo, es decír, la casa siempre gana. Para la gran mayoría de apostantes deportivos, si las probabilidades del resultado no están claramente determinadas a partir de principios muy evidentes (como apostarle al menos favorito), la expectativa parece ser igual de improductiva.
Una vez considerados los costos de apostar, el apostante típico perderá dinero durante un periodo de apuestas. Damos por sentado que, a corto plazo, puede ser que obtenga beneficios, pero en última instancia, la ley de los grandes números conspirará para vencer incluso al más afortunado de los jugadores.
Nuestra incapacidad para evaluar correctamente las probabilidades es tan solo uno de los muchos sesgos cognitivos que experimentamos y que nos desvían de la toma de decisiones racional. Sobre esta base, es adecuado argumentar, que apostar representa un comportamiento irracional. Además, hay abundantes pruebas que sugieren que los jugadores no comprenden las probabilidades que acompañan a su toma de decisiones.
En el contexto de las apuestas, se da lugar a uno de los sesgos más poderosos: "el exceso de confianza". Aquí, la experiencia previa es fundamental y el apostador da una importancia mucho mayor a las pocas veces en que ha ganado que a todas a quellas (e incluso mas frecuentes) en que ha perdido. Ante esto, permanece confiado en la "suerte" de que esta vez, resultará ganador. Si esta conducta se sale de control, puede considerarse un problema de salud mental. A nivel cerebral, las apuestas activan el sistema del placer y la recompensa. Los jugadores a menudo interpretan estar cerca de ganar como un suceso especial que les anima a continuar jugando. Los resultados de múltiples estudios demuestran que el cerebro responde cuando se está cerca de ganar como si se hubiese ganado, incluso cuando técnicamente se pierde.
La ludopatía es la adicción a los juegos de azar. Esto puede llevar a la pérdida de trabajo, problemas de dinero, fraude, crimen o problemas en las relaciones familiares.
Los síntomas más comunes de la ludopatía son:
Estar irritable o inquieto al intentar dejar de jugar o jugar menos.
Cometer delitos para conseguir dinero.
Apostar mayores cantidades de dinero para recuperar lo perdido previamente.
Mentir sobre la cantidad de dinero gastada en juegos.
Perder una relación, el trabajo u otras oportunidades.
Pedir dinero prestado constantemente.
Apostar mayores cantidades para sentir más excitación.
Es imprecidible señalar que todos los excesos son patológicos y que cuando una actividad se convierte en un problema, es necesario tomar cartas en el asunto. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra.)