Al concluir la campaña política de Carlos Salinas de Gortari –nos cuenta Humberto Mayans en su libro Antimemorias-, dos concepciones de desarrollo, dos visiones del país chocaron. Resultó perdedor el grupo y la propuesta del maestro Enrique González Pedrero (modelo de autodeterminación nacional), y obtuvo la victoria la visión neoliberal (modelo de subordinación nacional a los intereses de Washington) de José Córdoba y Guillermo Ortiz, cuyo resultado fue, y ha sido, hacer un país mucho más desigual, menos soberano y sí, mucho más dependiente del exterior.
Quien esto comenta, recuerda que Adam Smith, padre del liberalismo económico, decía que el mercado, oferta y demanda, como una mano invisible genera por sí solo el equilibrio económico de la economía capitalista, y esto no es cierto. Su nieto económico Milton Friedman y sus neoliberales chicago boy, olvidándose de la profunda crisis económica de 1929-1933, olvidándose de John Maynard Keynes y de su oportuna intervención del Estado del Bienestar, volvieron a las andadas de la “mano invisible” haciendo caso omiso de las recurrentes crisis económicas que de manera crónica sigue sufriendo el capitalismo.
Y lo paradójico está en que esa “mano invisible”, en momentos de crisis económica, siempre recurre al auxilio del Estado, y además siempre les ha echado más la mano a los más ricos y se ha olvidado siempre de los más pobres. Esa “mano invisible” se me parece al Espíritu absoluto que la mente afiebrada de Hegel inventó para explicar la historia: pura entelequia, puro invento del cerebro, es decir, una mentira.
UN PAÍS SUBORDINADO
Pero sigamos con lo que nos platica nuestro amigo Humberto Mayans en sus Antimemorias: Al arribar al poder el grupo de Salinas buscó la integración y subordinación de la economía mexicana a la de Estados Unidos a través de instrumentos como el Tratado de Libre Comercio con América del Norte… que finalmente no ha significado una verdadera diversificación económica comercial nacional, pues 80 por ciento del comercio de exportación lo realizamos con Estados Unidos.
Luego nos dice que: La dependencia hacia el país del norte es casi total, olvidándonos de América Latina y de Europa, regiones con las que nuestros intercambios han disminuido dramáticamente. Y lo que nos parece más trágico aún y nos explica Mayans es la venta arbitraria de las empresas del Estado a precios de “me lo llevo” a los amigos de Salinas y de la iniciativa privada. Yo entiendo que ese proceso, realizado entre cuates, el amiguismo estuvo por encima de la ley, campeó la corrupción y la arbitrariedad; y los pantalones de Salinas estuvieron por encima la ley y sin amor a México.
Apoyado en los datos del sociólogo Raúl Romero, Humberto Mayans nos informa que de mil 155 empresas paraestatales que México tenía en 1982, hoy quedan menos de 200. De las empresas que se privatizaron, entre otras, el autor destaca: Aeronaves de México, Mexicana de Aviación, Grupo DINA, IMEVISIÖN, Teléfonos de México, Fertilizantes Mexicanos, la banca nacional.
Quien esto comenta, recuerda que estas aves de rapiña que confundieron los bienes de la Nación con un cadáver de animal vuelto carroña, argumentaban con dolo que el Estado mexicano era mal administrador y que no era conveniente que fuera dueño de empresas. En aquellos años los “teóricos” e “ideólogos” de la derecha criticaban que un Estado obeso era un obstáculo para el crecimiento económico y que era más conveniente para México la apropiación privada de esos bienes de la Nación. Investigaciones por años nos prueban que, contrariamente a lo que “argumentaban” esos buitres, las empresas en manos del Estado eran rentables y eran una fuente de ingresos para el gobierno que le permitían los excedentes económicos necesarios para cubrir sus programas sociales y de inversión sin necesidad de recurrir a un sistema fiscal muy oneroso para el contribuyente.
Durante años y después del “boom” petrolero, PEMEX aportó a Hacienda el 80 por ciento o más de sus utilidades, lo que significaba un poco más del 50 por ciento del presupuesto del gobierno federal. Los ideólogos de la derecha siempre han hablado de la gran deuda de PEMEX como si ésta fuera resultado del dispendio, de una supuesta inoperancia y por la corrupción y que por ello no es una empresa rentable; sin duda que la corrupción siempre ha existido en esa empresa, pero ocultan que durante décadas esta empresa fue además un rehén cautivo de la Secretaría de Hacienda: olvidan o ignoran que fue la vaquita lechera a la que Hacienda ordeñaba cada año para alimentar al presupuesto del gobierno federal permitiendo que los empresarios gozaran de un paraíso fiscal. Esa ordeña por años terminó por descapitalizar a PEMEX y endeudarla.
Nos comenta Mayans, en base a datos del gran maestro Arnaldo Córdova, que esa ola de privatizaciones con Salinas dio génesis a 24 magnates que se encontraban entre los hombres más ricos del mundo en la lista de la revista Forbes de 1993. Y tomando textualmente al ilustre economista David Ibarra Muñoz nos dice que “Contamos con el grupo de ricos que no representa a más del 10 por ciento de la población y se lleva 60 por ciento del ingreso […] el neoliberalismo ha perdido el piso y es una figura obsoleta”. Continuaremos con el tema.