LA GUERRA FUE LA ANTESALA para que Jaques El Fatalista, se enamorara. Es lo que él cuenta. Y se lo cuenta varias veces a su amo, quien se deleita con esta narración de concatenación de hechos al parecer fortuitos, y le pide que se lo cuente de nuevo. Esto en la novela del mismo nombre, cuyo autor es Denis Diderot, uno de los enciclopedistas franceses.
SIEMPRE ESTAMOS en la antesala, que significa la espera de algo que vemos se acerca, pero no llega. Y ya a punto de alcanzarla, algo sucede, fatal, sí, o bien despertamos del sueño, o bien, cambiamos de ruta sin darnos cuenta que nos alejamos de ese algo que esperábamos con ahínco. La antesala es el lugar propio del ser humano. La sala, metáfora de felicidad,
LA NIÑA ESTÁ EN LA ANTESALA de sus quince años. Los estudiantes en la antesala del conocimiento. Los políticos en la antesala de otro mejor cargo. En la espera que llegue al poder el amigo. Los dentistas esperando las caries. Los justos tratando de hacer las listas precisamente de los justos (que nadie les pidió) empezando por ellos. Y así los montones de ejemplos que se nos puedan ocurrir. Siempre a la espera, siempre en la antesala. La guerra, en la antesala de la paz. Lo peor, por lo grave, es que la paz siempre está en la antesala de la guerra. Pueblos enteros informados de lo que sucede por emisoras interesadas de difundir una visión de los hechos. Hombres y mujeres preocupadas porque se anuncian la llegada de los bárbaros. Y todos seguimos a la espera. Creyentes y no. Vendrá El Salvador. Llegará y no lo reconocemos. Esperamos la justicia y la libertad. En la lucha contra las infames situaciones, reforzamos las mismas condiciones. Lo que resiste fortalece, dice la lógica.
EL CAMPESINO QUE SIEMBRA de temporal tiene la esperanza de la lluvia precisa. El vendedor de paletas espera la temporada de calor. El del pan sabe que en la temporada de frío sus ventas aumentan. Todo tiene un ciclo. Todos tenemos fundadas esperanzas. Se esperan las vacaciones. Se espera conseguir trabajo. El soltero espera casarse. El casado divorciarse. Es la felicidad que anhelan, pero no la encuentran ni en lo uno ni en lo otro. Es un decir, por supuesto. Decía yo la metáfora de la espera. La metáfora de la antesala.
ESPERAMOS EL AMOR. Sí, claro. En las variantes que sean. "Cuéntame, cómo fue que te enamoraste, y por qué dices que fue a causa de la guerra", le pide el amo a Jaques El fatalista. Le responde jaques: "Todo empezó cuando pasó un regimiento frente a mi casa. Yo estaba en la acera. Como no tenía qué hacer me puso al final y marché con ellos. A la salida de la ciudad hubo enfrentamiento. Una bala me dio en la pierna. perdí el conocimiento. Cuando desperté mes estaba atendiendo la hija del doctor. Tan solo al abrir los ojos, miré cerca de mí sus prodigiosos senos, ella estaba mojando mis labios resecos con un trapo húmedo. Y me enamoré de ella. Y todo fue por culpa de la guerra".
DIDEROT SE REFIERE en esta novela a la concatenación de hechos (causas, no casualidad) que en cadena van dando como resultado otros muy distintos. En nuestro caso fuimos a un baile. Conocimos a alguien. Hicimos amistad. Luego noviazgo. Luego casorio. Luego hijos. Etcétera. Y cada uno de los acontecimientos es producto de uno anterior. Y este a su vez desencadena o produce otro.
STEVE JOBS, SÍ EL DE LA EMPRESA Apple (el de la manzana con mordida) lo llama el punto del pasado que se une al presente. Y de ejemplo dice que él estudió diseño de tipografía, sin pensar que eso sería la causa del éxito de la empresa Macintosh. En sus inicios las computadoras de la empresa Microsoft, creada por Bill Gates, acaso tenía unos quince distintos tipos de letras con sus combinaciones de normales y negritas. Al aparecer las computadoras Mac con cientos de tipografía artística (verdadera belleza y posibilidades de diseño), hizo la diferencia para posesionarse del mercado en el nicho de arquitectos y diseñadores, y en general de aficionados a la buena letra. Pero reitero: Steve Jobs "no estudió tipografía con ese fin". Por eso les llama a esas situaciones, puntos del pasado que se conectan con el presente (sin que nosotros lo anticipemos). Lo que sería igualmente la antesala.
ESTAR A LA ESPERA DE ALGO que no llega, que se nos escapa, que se nos va como agua entre los dedos, es siempre desesperante. Porque el tiempo y la vida se van. O la vida se va, aunque no se vaya el tiempo. Por eso se hace necesario ser felices con el día a día y en las circunstancias que se nos vayan presentando. Transformemos la antesala en sala. Y que lo que vaya sucediendo sea lo que esperábamos sin saberlo. Disfrutar las cosas sencillas es la clave.
EN ESE SENTIDO REGRESEMOS un poco en la reflexión. La niña está a la espera de cumplir los quince con su fiesta. Esa fecha sucede y pasa. No traía en sus alforjas la felicidad como pensaba la niña. Y se fue en prisas, apuros, pies adoloridos, sofocos, cansancio, gastos, deudas. El que espera casarse para ser feliz, se da cuenta llegado el caso, que no es así. El que espera sacarse la lotería se da cuenta en caso de ganarla, que su situación de salud mental no mejora, se le acercan muchas personas interesadas, lo saludan quienes no lo saludaban, y un buen día se acaba todo, sea que se enferme, le roben, etcétera.
LA VIDA VIENE A SER como la antesala de la muerte. Eso es lo fatal. Mientras eso sucede vivamos a plenitud mientras podamos, diría el jardinero. Pues ya estamos aquí.