Actualmente, cerca de 70 millones de personas tienen demencia en todo el mundo, 2 de cada 3 de ellos viven en países en desarrollo y de ingresos bajos como el nuestro. Cada año se diagnostican cerca de 10 millones de nuevos casos, es la séptima causa de muerte y una de las causas principales de discapacidad y dependencia en adultos mayores de todo el mundo. La Organización Panamericana de la Salud estima que en las Américas viven cerca de 15 millones personas con demencia. Modelos estadísticos muestran que cada 20 años se duplicará el número de personas enfermas; y Latinoamérica será la más afectada, pasando de 3.5 millones de habitantes con demencia en 2010, a casi 8 millones en 2030.
En el último lustro, la demencia llegó a representar cerca de medio millón de defunciones; el triple desde inicios del nuevo siglo, cuando la demencia rondaba las 150 mil muertes. Las mujeres son las que se ven más afectadas, en nuestra región 2 de cada 3 muertes por Alzheimer y otras formas de demencia son mujeres. Las mayores tasas de mortalidad se hayan en Estados Unidos, Canadá, Cuba, Honduras, Bolivia y Uruguay; pero México pronto los alcanzaría, pues se proyecta que para 2050 cuatriplique sus prevalencias. La demencia y el Alzheimer tienen costo anual para la economía mundial de unos 1.5 billones de dólares, cifra cercana al PIB actual de nuestro país; el 50% se invertiría en cuidados informales que se brindan a los enfermos por los mismos familiares, amigos y conocidos cercanos, donde 3 de cada 4 serían mujeres dedicando en promedio unas 6 horas diarias a labores de atención y supervisión.
La demencia resulta de diversas enfermedades y lesiones que afectan el cerebro, y el Alzheimer es su forma más común, representando hasta el 70% de los casos. El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa de origen multifactorial, identificada con múltiples causas que contribuyen a su presencia y manifestaciones clínicas. Debida principalmente a cambios en el cerebro por la presencia de la proteína beta-amiloide que se acumula en el lóbulo temporal; esto provoca inflamación y muerte progresiva de neuronas. Sus síntomas propios son: pérdida de memoria y del lenguaje, dificultad para nombrar y recordar, alteraciones del pensamiento abstracto, juicio pobre, desorientación en lugar, tiempo y persona, cambios en el estado de ánimo, conducta y personalidad.
El resultado general es un notorio decaimiento en las actividades personales y el desempeño en el trabajo. El Alzheimer no distingue clase social, raza ni grupo étnico, afecta por igual a hombres y mujeres, aunque más frecuentemente a personas de edad avanzada. Se presenta en el 10% de mayores de 65 años y cerca del 50% en personas de 85 y más; pero también en gente joven de 35 a 50 años. Se calcula una cifra cercana a 60 millones de personas con Alzheimer en el mundo, adultos mayores con el doble de impacto en las mujeres. Estudios relevantes estiman que cerca de 1 de cada 12 adultos mayores mexicanos tienen Alzheimer, casi 1.5 millones de personas.
Los fármacos para el Alzheimer todavía no reducen significativamente la gravedad ni restauran la función cognitiva, sólo ralentizan la inevitable progresión de los síntomas, por lo que la alternativa mas eficaz seguirá siendo la prevención y la reducción de su riesgo e incidencia. Son múltiples factores que detonan esta enfermedad, pero los que podemos reducir, resolver o modificar son: la depresión, la inactividad física, la hipertensión, la obesidad, el tabaquismo, el bajo nivel educativo y la diabetes; que representan más de la mitad de los casos. Contrariamente lo que no podemos modificar son: la edad avanzada, la genética y los antecedentes familiares que aumenta 4 veces el riesgo.
Sin embargo, aún podemos reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia, moderando el consumo de alcohol, no fumando, controlando el peso, ejercitándonos regularmente, siguiendo una dieta saludable y manteniendo niveles adecuados del colesterol, la presión arterial y glucemia. (drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)