A lo largo de los años en nuestro país han ocurrido hechos que, sin duda alguna, representan el parteaguas que ha marcado el devenir histórico y de convivencia común entre toda nuestra sociedad mexicana.
Un ejemplo, el 7 de marzo de 1815, en Ario (de Rosales), Michoacán, se realizó la instalación del Supremo Tribunal de Justicia, por virtud del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana.
Ha pasado el tiempo y pareciera ser que tal hecho para algunos dejó de tener relevancia, no obstante que la instalación del citado tribunal sea el antecedente histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación eje fundamental de lo que es el Poder Judicial de la Federación, uno de los tres poderes del Estado Mexicano.
Si así parecieran ser las cosas, algo que se debería recordar siempre, es el legado ideológico y moral de José María Morelos y Pavón, bautizado como “El Siervo de la Nación”, quien hizo posible la organización política del Estado Mexicano, sustentado en 23 puntos de su documento denominado “Sentimientos de la Nación”, y que constituyó el cimiento que dio vida a la nueva patria.
La creación del Supremo Tribunal, según los historiadores, determinó la vocación por una sociedad independiente, que aspira a resolver sus conflictos por la vía de la legalidad y el deseo ferviente de Morelos de garantizar el acceso a una justicia bajo aquel apotegma: “Que todo aquel que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el arbitrario”.
Posiblemente muchos no sepan que el Poder Judicial de la Federación, tiene dentro de sus facultades, una muy especial y fundamental: conocer y tramitar hasta su resolución los juicios de amparo que los gobernados, en uso plenamente legal, promueven cuando están siendo afectados sus derechos fundamentales, tutelados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por alguna ley que se estima inconstitucional o por actos de alguna autoridad que consideran arbitrarios o ilegales.
Actividad que, por cierto, requiere además que los ministros, magistrados y jueces de dicha institución cumplan con un perfil, una capacidad y también una capacitación especial.
Viene a colación lo anterior ahora cuando observamos el gran revuelo que ha provocado lo que se ha dado en llamar será la reforma del Poder Judicial de la Federación; revuelo que por una parte denota la notoria desinformación que hay sobre el tema, pese a que algunos dicen ya es conocida por muchos ampliamente, e incluso se habla de encuestas hechas al respecto, cuyos resultados han sido puesto en tela de juicio, al ser parecidas –se dice- a las que se realizaron en la pasada campaña y que provocaron mucha controversia.
Dentro de todo esto, muy interesante resulta lo expresado por la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, virtual presidenta electa, quien impulsa un Parlamento Abierto y en reunión con personajes del Consejo Coordinador Empresarial enfatizó hace unos días que: “México es plural, diverso. Si hay una mayoría, evidentemente que se mostró en esta elección (del 2 de junio pasado) y tiene que respetarse esa voluntad, pero eso no quiere decir que no haya diálogo, ni tampoco quiere decir que signifique concentración del poder, ni mucho menos”.
Por otro lado, una opinión no menos importante, es la del maestro Bernardo Bátiz, Consejero de la Judicatura Federal, quien en el marco del Conversatorio “Hacia la construcción del perfil de la persona juzgadora del Siglo XXI”, externó la recomendación de que en los foros de la reforma judicial deberían discutirse dos temas: el papel del juez en la sociedad democrática mexicana y los derechos humanos de los más de mil 600 juzgadores que ahora están en el Poder Judicial de la Federación.
Bátiz fue más allá al expresar que, definitivamente, no cualquiera puede ser juez, ya que para formar parte del Poder Judicial de la Federación –subrayó-- se debe cumplir con un perfil, una capacidad y una capacitación especial.
De tal suerte que, ahora que está a discusión la llamada reforma judicial existe, sin duda, una oportunidad de oro para hacer bien las cosas, mediante el diálogo y el consenso general haciendo a un lado la politiquería y los sombrerazos. (altar_mayor@yahoo.com.mx)